lunes, 24 de septiembre de 2012

Por qué es importante donar sangre

Seguramente muchos de nosotros hemos pasado alguna situación en la que hizo falta una transfusión de sangre. Después de la intervención, o el tratamiento que fuera, los médicos nos piden donantes para reponer la sangre que utilizamos. Si usamos dos unidades, eso es lo que nos piden aportar. El problema es que no se puede contar con que el sistema funcione únicamente con las reposiciones "uno a uno" de la sangre usada. Parte de esa sangre puede ser inutilizable por varios motivos o puede pasar que en un momento dado se necesite más sangre de lo habitual y no haya stock suficiente. Además, la sangre de los donantes debe ser analizada antes de su utilización, así que pasa un determinado tiempo hasta que esté en los hospitales y lista para ser usada. Por eso es importante que haya donaciones voluntarias habituales, sin necesidad de que a uno se lo pidan por algún caso particular. Si todos donáramos sangre una vez al año, seguramente sería más que suficiente.

Las sangre extraída del donante va directamente a una bolsita de entre 400 y 500 ml. que contiene un anticoagulante para su conservación. Una vez que la misma se llena, las últimas gotas van a 3 o 4 tubitos de ensayo para hacer los análisis necesarios. Todo donante puede volver un par de semanas después a la institución donde donó y retirar gratis los resultados de esos análisis.

A la sangre se la separa en sus componentes, que tienen distintos usos. Los más habituales son:
  1. Sangre entera: sirve para aumentar la capacidad de transporte del oxígeno y para aumentar la cantidad de sangre en el cuerpo en pacientes que han perdido una gran cantidad;
  2. Glóbulos rojos: aumentan la capacidad de transporte del oxígeno; se usan en cirugías, hemorragias, anemias, otros;
  3. Plaquetas: sirven para reparar heridas y detener hemorragias; se usan en leucemia, quimioterapia, y grandes hemorragias;
  4. Plasma: el recambio plasmático sirve para eliminar sustancias patógenas o aportar algún componente deficitario;
  5. Crioprecipitados: son proteínas del plasma extraídas de éste por congelamiento y descongelamiento; se usan en coagulopatías.
Hay unos pocos requisitos para poder donar sangre:
  • tener entre 18 y 65 años,
  • se recomienda tomar previamente algo liviano, como una infusión con azúcar, tostadas o galletitas de agua, evitando las grasas y lácteos más o menos 2 horas antes,
  • no haber tomado ácido acetilsalicílico (aspirina) pocas horas antes de la donación,
  • gozar de buena salud general, no estar resfriado o con dolor de garganta, ni bajo tratamiento médico,
  • no tener enfermedades transmisibles por sangre, como SIDA, Hepatitis, Chagas, etc.,
  • pesar más de 50 kg,
  • no haber donado en los últimos dos meses,
  • no haberse hecho tatuajes, acupuntura o piercings en el último año,
  • no ser consumidor de drogas.
Este soy yo.
Al donante se le hace un cuestionario donde se le preguntan estas y otras cosas, como si estuvo preso, si tuvo relaciones sin usar preservativos, si ejerció la prostitución o tuvo relaciones con alguien que sí, o si cree que su sangre puede transmitir algún tipo de enfermedad. Esto sirve para tener precaución especial al analizar la sangre de ese donante. También se informa sobre el período de ventana, que es el tiempo entre el contagio de una enfermedad y la posibilidad de que se la detecte en la sangre. Este período puede ser muy amplio, por lo que no sólo los análisis son importantes, sino también la honestidad del donante. Para asegurar este factor, todas las encuestas son anónimas.

Yo ya había donado en dos oportunidades por pedidos específicos, pero esta fue mi primera vez como donante voluntario, en este caso en el CEMAR, de la ciudad de Rosario, como parte de la campaña solidaria Jai 73. La experiencia fue igual que las otras veces: me dieron la información necesaria y llené los cuestionarios, me sentaron en un sillón muy cómodo, el pinchazo casi no dolió (a pesar de que la aguja es un poco impresionante), la bolsita de 450 ml se llenó en unos 5 minutos mientras yo apretaba y cerraba la mano, y a la salida me ofrecieron un té o café con galletitas.

Así que ya saben, no tengan miedo a la aguja y háganse donantes de sangre voluntarios y habituales.

lunes, 17 de septiembre de 2012

El Wheatgrass, los vampiros y los perros


Jugo de brotes de trigo
Hace poco entré en una farmacia y me encontré con unos folletos de Luzvida, una de tantas empresas que comercializan el jugo de pasto de trigo, o jugo de brotes de trigo, o wheatgrass. Las imágenes de la tarjeta eran de cielos azules y pastos verdes. Al dorso se mencionaban algunas de las aparentemente infinitas propiedades benéficas de este jugo, previa explicación -por si alguien lo dudaba- de que la clorofila es 100% natural. Según la tarjeta, la misma, por ser el primer producto de la luz (?), contiene más energía de luz que cualquier otra comida y es la base de toda vida. La clorofila líquida, seguía el texto, genera mayor cantidad de glóbulos rojos, por lo que oxigena y purifica, refinando, reconstruyendo y rejuveneciendo los tejidos, lava depósitos de drogas del cuerpo, neutraliza toxinas, purifica la sangre y el hígado, mejora la digestión, y la lista sigue. Lo que más me molestó fue preguntarle a la farmacéutica si este producto sirve para algo y que me contestara “No sé, la gente lo lleva…”

Vamos por partes.

La clorofila es un pigmento natural (en la industria alimenticia se lo usa como colorante), tiene color verde y se encuentra en los cloroplastos de las células de los vegetales y algunas algas y también en las cianobacterias. Es una biomolécula escencial para la fotosíntesis, que es el proceso bioquímico que permite a estos organismos producir su propio alimento -hidratos de carbono- a partir de dióxido de carbono y agua, usando la luz como fuente de energía para las reacciones químicas necesarias y liberando oxígeno como un residuo. Es en la transformación de energía lumínica en energía química donde la clorofila interviene. Muy básicamente, la clorofila absorbe luz, es decir, sufre una serie de reacciones químicas cuando la energía lumínica incide sobre ella molécula. Estas reacciones permiten producir otras moléculas, llamadas ATP. Se dice que la energía queda almacenada en las moléculas de ATP porque al romperlas se libera energía, que será usada a su vez para producir el alimento que la planta necesita. El proceso es mucho más complejo que este burdo resumen, que sólo pretende dar la idea de qué es en realidad la clorofila.

El wheatgrass son los cotiledones del Triticum aestivum, llamado trigo común, o trigo pan. Es decir, son los brotes tiernos del trigo que se usa para hacer el pan. En algunos sitios donde se promociona el jugo de trigo se achacan las supuestas propiedades del mismo a la similitud entre la clorofila y la hemoglobina. En realidad, ésta radica únicamente en que ambas tienen un anillo de porfirina en su estructura química, sólo que en la hemoglobina éste contiene un átomo de hierro en su centro, mientras que en la clorofila lleva uno de magnesio. Ahora, ¿qué implica esto? No mucho, en realidad. Que dos compuestos sean similares no significa que sus propiedades sean idénticas. Si reemplazáramos la hemoglobina de nuestra sangre por clorofila, moriríamos enseguida. 

También se afirma que es más fácil para nuestro organismo fabricar hemoglobina si le damos como materia prima una sustancia que es muy parecida bebiendo clorofila. Esto se refuta de dos formas:
  1. La hemoglobina se fabrica en la médula ósea a partir de la eritropoyesis. La digestión es otro proceso totalmente aparte. Lo que comemos o bebemos es separado en sus constituyentes básicos, que son luego usados por el organismo para su mentenimiento.
  2. Si fuera cierto, entonces lo más fácil sería beber sangre directamente, ¿no? ¿Para qué tomar clorofila y gastar recursos en transformarla en hemoglobina, si podemos tomar sangre y listo? Ingerir algo parecido a la hemoglobina no facilita el proceso de fabricacion de la misma.
La clorofila no es un "producto de la luz", como indica la publicidad de Luzvida. Es una sustancia producida por los vegetales, algas verdes y cianobacterias. La clorofila usa la luz, no es producida por ella.

La clorofila no contiene energía de luz, sino que es una molécula que, a través de una serie de reacciones químicas, permite "traspasar" la energía lumínica a las moléculas de ATP, transformando así energía lumínica en energía química utilizable más adelante.

La clorofila no es la base de toda vida. Hay muchos organismos que no la usan ni dependen de ella.

La clorofila no genera glóbulos rojos. Los glóbulos rojos, o eritrocitos, son producidos en los seres humanos adultos en la médula ósea (en los embriones los produce el hígado), por un proceso llamado eritropoyesis. En un adulto sano se producen unos 2 millones de eritrocitos por segundo y su producción puede ser acelerada por la hormona eritropoyetina, sintetizada en el hígado. 

Como no soy médico, pedí ayuda a un amigo, autor del blog Dr. Gen, al que le pregunté si es posible que la clorofila genere mayor cantidad de glóbulos rojos. Me comentó que no le parece probable, porque "la producción está determinada por diferentes factores, fundamentalmente disponibilidad de oxígeno, cantidad de eritropoyetina y disponibilidad de precursores y nutrientes: hierro, vitamina B12 y ácido fólico. No veo cómo el jugo de pasto podría ayudar, ni qué necesidad habría de aumentar la producción cuando el cuerpo no lo necesita." Es cierto que este jugo tiene vitamina B12, pero también se la encuentra, y en mayor medida, en las carnes -especialmente el hígado- en el huevo y en los lácteos.

"En cuanto al resto de las afirmaciones, no resisten análisis: ¿qué es "purificar"? ¿qué es "rejuvenecer" los tejidos y cómo lo hace? ¿Cómo oxigena cuando para eso el cuerpo ya tiene un refinado sistema? ¿Qué es eso de "lavar los depósitos de drogas"? ¿Qué depósitos? ¿Qué drogas? ¿Cómo los "lava"? ¿Qué toxinas "neutraliza"? ¿Cuales son las toxinas de las que tanto hablan los chantas? ¿Cómo las neutraliza? ¿Qué significa "purificar" la sangre? ¿Es impura? ¿A qué le llaman pura?"

La respuesta a todas estas preguntas es, como siempre, que ese es el lenguaje de las pseudociencias: las afirmaciones vagas, sin fuentes ni sostén científico. Este producto, que no es una gran novedad, sino que se promociona hace años, jamás ha demostrado ayudar en nada salvo en engrosar las cuentas bancarias de los que lo venden.

En enfermedades donde la médula ósea no funciona normalmente, como los síndromes mielodisplásicos, así como en algunos tipos de anemia hereditaria, el wheatgrass sí parece tener un efecto positivo en algunos pacientes, disminuyendo la necesidad de transfusiones de sangre, aunque no eliminándola. En algunos pacientes con cáncer y bajo tratamiento con quimioterapia, se observó un menor requerimiento de medicamentos reconstituyentes de glóbulos rojos y médula ósea. Según otro estudio, en algunos pacientes el uso de wheatgrass sí parece haber mostrado un efecto quelante, es decir, serviría para remover metales pesados de la sangre. De nuevo, por un lado, ninguno de estos estudios es definitivo. Falta comparar con sustancias placebo, hacer ensayos de doble ciego, etc. Por el otro, ¿para qué puede necesitar este producto una persona sana? ¿Qué necesidad hay de tomarse un jugo de trigo todas las mañanas?

El jugo de pasto de trigo no parece tener contraindicaciones, salvo una leve tendencia a producir dolores de cabeza, diarreas, náuseas, dolor de estómago, reacciones alérgicas y manchas en los dientes. Casi nada. Y lo dice una de las webs que lo promociona.

En cancer.org encontramos que hay quienes afirman que una dieta con wheatgrass puede producir la remisión de la enfermedad o prolongar la vida de los pacientesa al reforzar su sistema inmunológico y eliminar las famosas toxinas. Sin embargo, según la página, no hay evidencias de que esto sea así. Apenas menciona un estudio según el cual el tratamiento con este jugo podría ayudar a pacientes con colitis ulcerosa.

Los "profesionales" que recomiendan el wheatgrass
En las páginas webs de las empresas que comercializan este producto (venden las semillas, las plantas, las macetas, la exprimidora, etc.) se pueden ver muchas otras mentiras, pero si las examinamos todas el post se haría demasiado largo. Para concluir, podemos observar que en el sitio de Luzvida, en la pestaña "Medicina" (¡ja!), se muestra una lista de profesionales que "utilizan y recomiendan Wheatgrass", entre los que se encuentra la fallecida Anne Wigmore (con el falso título de doctora). Si una persona muerta puede seguir usando y recomendando elproducto, ¿porqué no van a poder hacerlo también un homeópata, un especialista en medicina ayurveda, otro en medicina ortomolecular y un par de naturistas?

¿Cómo empezó este asunto?

Siempre que es posible, resulta interesante averiguar de dónde proceden las pseudociencias. En el caso del wheatgrass, todo empezó con Anne Wigmore (1909-1994), una lituana residente en Boston que creía firmemente en el poder curativo de la naturaleza. Se la llegó a conocer como "la madre de los alimentos vivos", porque decía que hay que comer sólo las cosas que no requieren cocción y pueden comerse crudas (obviamente, las carnes quedan excluídas). Hoy hay una gran cantidad de gente que sigue estas premisas y sólo come comidas crudas.

En 1982, el Fiscal General de Massachusetts demandó a Wigmore por afirmar que su programa podría reducir o eliminar la necesidad de insulina en los diabéticos, pero ella se retractó. En 1988, el Fiscal volvió a demandarla, esta vez para afirmar que una "sopa energética de enzimas" que inventó podría curar el SIDA. Wigmore recibió la orden de dejar de hacerse pasar por médica o persona habilitada para tratar enfermedades. Aunque Wigmore murió en 1993, su Creative Health Institute sigue activo, el wheatgrass se consigue fácilmente, y su dieta todavía se usa.

La idea de que el pasto servía para curar enfermedades se le ocurrió al observar que los perros lo comen cuando se sienten mal. O sea...

sábado, 15 de septiembre de 2012

El once del nueve del uno

La Torre Norte del WTC minutos después del impacto
El 11 de septiembre de 2001 empecé el día temprano. Preparé los primeros mates y me puse a estudiar con mis compañeros de casa. A media mañana, llegó otro de ellos en su auto, se bajó corriendo y entró en la casa que alquilábamos gritando "¡Pongan la tele!" En la radio decían que en EEUU un avión se había estrellado contra un edificio. Encendimos el televisor y las imágenes me dejaron mudo. El edificio en cuestión era la Torre Norte del World Trade Center, en Nueva York. Al rato se estrelló el segundo avión y poco después los dos edificios cayeron (la Torre Sur primero y la Norte unos minutos después). Más tarde nos enteramos que otro avión se había estrellado en el Pentágono y un cuarto en alguna otra parte. Para colmo, un amigo mío estaba en EEUU en esos días y, si bien era poco probable que estuviera en Nueva York, yo aún no sabía nada de él. Un tiempo después me contó que en el momento en que empezaron a mostrarse las primeras noticias por TV él estaba viajando en tren. A los pocos minutos de confirmarse que se trataba de atentados, todos los trenes fueron detenidos y todos los aviones debieron aterrizar en el aeropuerto más cercano. Incluso se cerró el espacio aéreo, por lo que muchos aviones con destino en EEUU que aún no habían ingresado, debieron regresar a su origen o dirigirse a Canadá.

Recuerdo que me resultó muy extraño intentar seguir como si nada, estudiar y asistir a clases como si fuera un día normal. Pero no lo era. Los atentados del 11/9 cambiaron la historia del mundo por muchos motivos. Por un lado, una vez más el terrorismo islámico cruzó el charco, pero no para volver a causar muerte y destrucción en la relativamente indefensa Argentina, sino en un país que hasta ese momento era considerado uno de los más seguros del mundo, por lo que de este lado muchos nos empezamos a sentir un poquito más vulnerables. Por el otro, todos sabíamos que iba a comenzar una guerra -o, mejor dicho, otra guerra- en Medio Oriente.Y así fue.

La organización terrorista islámica al-Qaeda se adjudicó públicamente la responsabilidad de estos ataques a través de más de 30 videos en los que su líder y fundador, Osama bin Laden, se regocijaba por los resultados. Según esos videos y dos fetuas difundidas pocos años antes, en 1996 y 1998, algunos de los motivos por los cuales los llevaron a cabo fueron: 
  • Las sanciones económicas impuestas por las Naciones Unidas contra Iraq después de que éste invadiera Kuwait en 1990, y que consistieron en un embargo comercial y financiero que se mantuvo hasta 2003, con consecuencias terribles para los iraquíes. Saddam Hussein había invadido Kuwait principalmente porque no podía pagar la deuda que tenía con ese país, que prácticamente le financió la guerra que mantuvo durante 8 años con Irán. Por supuesto, el petróleo también tuvo mucho que ver. Iraq acusaba a Kuwait de usar sistemas de perforaciones horizontales, pasando por debajo de la frontera entre ambos, para extraer petróleo Iraquí. Esto nunca se comprobó y seguramente era sólo una excusa inventada. Otro argumento que usó Saddam a favor de la ocupación fue que Kuwait era originalmente parte de Irán, separada luego por el Convenio Anglo-Otomano de 1913. Por desgracia para él, a raíz de esa invasión comenzó la Guerra del Golfo, que lo obligó a retirarse de Kuwait.
  • La presencia militar de EEUU en Arabia Saudita aún después de la Guerra del Golfo de 1991. Entre muchos otros motivos, esto incomodaba a los musulmanes porque en ese país se encuentran los dos lugares más sagrados para el Islam (La Meca y Medina) y no les hacía mucha gracia que hubiera soldados "infieles" en esa zona.
  • El apoyo de EEUU a Israel. Los chiítas, EEUU, Israel y los herejes son identificados en las clases de ideología de al-Qaeda como los cuatro principales enemigos del Islam. En su "Carta a América", de 2002, bin Laden dice: "La creación de Israel es un crimen que debe ser borrado. Cada persona cuyas manos se han contaminado contribuyendo a este crimen debe pagar su precio, y pagar por ello en gran medida." En la misma carta, pidió a los estadounidenses "rechazar los actos inmorales de fornicación, la homosexualidad, las drogas, el juego y la usura". Hasta estaba en contra de la música y el agua refrigerada.

Para bin Laden la Sharia era la única forma de arreglar las cosas en el mundo musulmán. Decía que había que oponerse a todos las otros sistemas, como el panarabismo, el socialismo, el comunismo o la democracia. Consideraba a Afganistán, que estaba bajo el régimen talibán, como el único país realmente islámico. Decía que la yihad violenta, de la cual incluso mujeres y niños civiles eran un blanco legítimo, era necesaria para corregir lo que él consideraba injusticias contra los musulmanes perpetradas por los Estados Unidos y otros países no musulmanes. Con esos objetivos, al-Qaeda llevó a cabo decenas de atentados desde los '90. Y el terrorismo islámico no es exclusivo de al-Qaeda.

Ahora, ¿se puede culpar a la religión -en este caso, el Islam, pero pocas religiones están excentas de alguna historia de violencia cometida en su nombre- por estos y tantos otros actos terroristas? Obviamente, sin religiones no habría terrorismo de base religiosa, pero eso por sí solo no las hace culpables y hay que tener en cuenta que la mayoría de las personas llevan su religión sin molestar ni mucho menos volar en pedazos a nadie. No es cualquier creyente el que secuestra un avión y lo estrella contra un edificio. Tanto el Antiguo y el Nuevo Testamento como el Corán (que es muy posterior y toma elementos de ambos más algunos agregados made in Mahoma) están llenos de pasajes que incitan al odio y la violencia, pero relativamente pocas personas los toman literalmente y se atan un chaleco bomba o cargan un auto con explosivos y se inmolan buscando el mayor número de víctimas posible.

Dicho todo esto, yo creo que sí, que las creencias religiosas proveen el caldo de cultivo para la proliferación de este tipo de violencia, como tantas veces ha sucedido en la historia de la humanidad. Las religiones son dogmáticas, dicen tener la verdad absoluta y, por lo tanto, los que no crean en ella están equivocados. Así como algunas religiones o corrientes religiosas son más bien tolerantes, otras profesan la discriminación, la intolerancia y el odio y admiten o incluso fomentan el uso de la violencia.

El fanatismo religioso rara vez es condenado por las mismas religiones, y son pocos los clérigos que advierten a sus fieles sobre los peligros de tomar sus Escrituras de forma demasiado literal. No sea cosa que se interprete como una admisión de que los libros sagrados en realidad no lo son tanto.

Los principales motivos que llevan a las personas a cometer actos terroristas suelen ser políticos y económicos. Siempre hay un oprimido y un opresor, o al menos los terroristas siempre están (o son) convencidos de que es así. Pero es el extremismo religioso el que hace a las personas manipulables y las transforma en hombres-bomba. Una vez que ese fanatismo está metido en sus cabezas, es fácil usarlo para convencerlos de hacer cualquier cosa para destruir al supuesto enemigo, aunque ello implique matar inocentes -en realidad la idea de que hay inocentes deja de existir, o éstos son aceptados como muertes necesarias en alguna especie de guerra santa- o perder la propia vida. Es más, esto último es considerado un honor. Además, estimo que la asistencia al curso básico de terroristas suicidas sería muy baja si no fuera por las setenta y pico vírgenes y una estancia en el Paraíso prometidas a quienes se inmolen por Alá.

Tomar las Escrituras literalmente (vivir de forma religiosa) condiciona en gran medida la forma de vida de las personas. Puede traer muchas complicaciones, incomodar a quienes los rodean o dificultar su interacción con los demás: algunos no creen en la teoría de la Evolución, otros creen que la Tierra tiene sólo 6.000 años, que la homosexualidad es un pecado, que no hay que recibir transfusiones de sangre, que no hay que comer carne de determinados animales porque supuestamente son impuros, y muchos etcéteras. Pero llevar ese literalismo a un extremo tiene consecuencias mucho peores cuando, por ejemplo, provoca muchas muertes por honor y atentados terroristas en buena parte del mundo cada año.

Volviendo al 9/11, las teorías conspiranoicas no tardaron en llegar y las hubo -y las sigue habiendo- de todo tipo. Que fue un auto atentado, que las torres cayeron porque había explosivos en su base, que en el Pentágono no se estrelló un avión sino un misil, y muchas más. Aquí hay un no muy breve pero sí bastante detallado resumen de algunas de ellas con sus correspondientes refutaciones.

Más allá de las teorías, algunos recordarán que el atentado ya había sido imaginado varias veces antes por autores de ciencia ficción o guionistas de series de TV, entre otros. El ejemplo más sorprendente es el primer capítulo de la serie de TV "The Lone Gunmen", un spin off de corta vida de "The X-Files". En ese episodio, los protagonistas deben desbaratar un complot de alguna agencia super secreta del Gobierno de Estados Unidos para estrellar un avión de pasajeros contra las Torres Gemelas. Aunque parezca mentira, los creadores de la serie debieron salir a explicar que no tuvieron nada que ver con los atentados reales.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Por qué es peligrosa la politización de la ciencia, por Michael Crichton


Michael Crichton (1942-2008)
Michael Crichton escribió el texto que reproduzco más abajo como apéndice a su libro Estado de Miedo (2004). Esta es una más de sus novelas de suspenso tecnológico, o tecno-thrillers, como se los ha llamado, y a mi juicio dista mucho de ser la mejor. Si les interesa leerlo, conviene que salten el párrafo que sigue porque voy a spoilear un poco. 

En el libro, un grupo de ecoterroristas, planea una serie de atentados disfrazados de desastres naturales para llamar la atención mundial hacia el problema del calentamiento global supuestamente antropogénico. Los protagonistas -un filántropo millonario (una mezcla entre Bruce Wayne y el viejito de Parque Jurásico), un técnico (que resulta que sabe bastante de armas), su secretaria (la infaltable chica linda, esquiadora, escaladora, etc), junto con un científico y su sobrina (que es una especie de Rambo)- deberán detener cada uno de los atentados y exponer a los culpables. A ellos se suma el abogado del filántropo, que es la excusa del autor para hablar del cambio climático, ya que es el único personaje que no tiene formación científica y durante casi toda la novela mantiene discusiones sobre estos temas con los otros personajes. Si bien la novela muestra al calentamiento global como lejos de estar demostrado, y cita fuentes reales de cada afirmación que se hace, el autor critica más que nada la difusión de teorías alarmistas por parte de medios desinformados y grupos con agendas predefinidas. Poco después de la publicación de Estado de Miedo, Crichton comparó al ecologismo (que no es lo mismo que ecología, que es una ciencia) con una religión.

Como decía, el autor agregó dos apéndices al libro, uno sobre las opiniones personales después de varios años de estudio sobre el tema, y el otro sobre los peligros de politizar la ciencia. Los dejo con el segundo de esos textos y en algún otro post hablamos sobre el cambio climático.



Por qué es peligrosa la politización de la ciencia, por Michael Crichton.

Imaginemos que aparece una nueva teoría científica que nos advierte de una crisis inminente y señala una posible salida.

La teoría atrae de inmediato el apoyo de los principales científicos, políticos y celebridades del mundo. Financian la investigación destacados filántropos y la llevan a cabo prestigiosas universidades. Se informa de la crisis con frecuencia en los medios de comunicación. Los conocimientos científicos pertinentes se enseñan en las aulas de institutos y universidades.

No me refiero al calentamiento del planeta. Hablo de otra teoría, que cobró prominencia hace un siglo.

Entre quienes la apoyaron se incluían Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson y Winston Churchill. Fue aprobada por los jueces del Tribunal Supremo Oliver Wendell Holmes y Louis Brandeis, que se pronunciaron a favor. Entre los famosos personajes que la respaldaron estaban Alexander Graham Bell, inventor del teléfono; la activista Margaret Sanger; el botánico Luther Burbank; Leland Stanford, fundador de la Universidad de Stanford; el novelista H. G. Wells; el dramaturgo George Bernard Shaw, y muchos más. Dieron su apoyo numerosos premios Nobel. Contribuyeron a financiarla las fundaciones Carnegie y Rockefeller. El Cold Springs Harbor Institute se construyó para llevar a cabo la investigación, pero también se realizaron aportaciones importantes en Harvard, Yale, Princeton, Stanford y Johns Hopkins. Se aprobaron leyes para afrontar la crisis en muchos estados desde Nueva York hasta California.

Estos esfuerzos recibieron el apoyo de la Academia Nacional de las Ciencias, la Asociación Médica Americana y el Consejo Nacional de Investigación. Se dijo que si Jesús hubiese vivido, habría respaldado este esfuerzo. En total, la investigación, la legislación y el encauzamiento de la opinión pública en torno a la teoría se prolongaron durante casi medio siglo. Quienes se opusieron fueron obligados a callar y tachados de reaccionarios, ciegos a la realidad o simplemente ignorantes. Pero en retrospectiva lo sorprendente es que plantease objeciones tan poca gente.

Hoy día sabemos que esta famosa teoría que tanto apoyo recibió era de hecho pseudociencia. La crisis que postulaba no existía. Y las medidas tomadas en nombre de esa teoría eran incorrectas desde un punto de vista moral y penal. En última instancia provocaron la muerte de millones de personas.

La teoría era la eugenesia, y su historia es tan espantosa -y para quienes se vieron envueltos en ella, tan vergonzosa- que en la actualidad apenas se habla. Pero debería ser conocida por todos los ciudadanos para que sus errores no se repitan.

La teoría de la eugenesia postulaba una crisis de la dotación genética que conducía al deterioro de la especie humana. Los mejores seres humanos no se reproducían con la misma rapidez que los inferiores: los extranjeros, los inmigrantes, los judíos, los degenerados, los incapacitados y los «débiles mentales». Francis Galton, un respetado científico británico, fue el primero que especuló en este terreno, pero sus ideas se llevaron mucho más lejos de lo que él preveía. Las adoptaron los norteamericanos con formación científica, así como aquellos sin el menor interés en las ciencias pero preocupados por la inmigración de razas inferiores a principios del siglo XX: «peligrosas plagas humanas» que representaban «la creciente marea de imbéciles» y que contaminaban lo mejor de la especie humana.

Los eugenistas y los inmigracionistas aunaron fuerzas para poner remedio a esta situación. El proyecto consistía en identificar a los individuos que eran débiles mentales -existía acuerdo en que los judíos eran en su mayor parte débiles mentales, pero también muchos extranjeros, así como los negros- e impedir su reproducción mediante el aislamiento en instituciones o la esterilización.

Como dijo Margaret Sanger, «acoger a los inútiles a costa de los buenos es una crueldad extrema… no hay mayor maldición para la posteridad que legarle una creciente población de imbéciles». Habló de la carga que representaba ocuparse de «este peso muerto de desechos humanos».

Estos puntos de vista fueron compartidos por muchos. H. G. Wells se opuso a los «enjambres mal preparados de ciudadanos inferiores». Theodore Roosevelt dijo que «la sociedad no debe permitir que los degenerados se reproduzcan». Luther Burtank: «No debe permitirse que los criminales ni los débiles se reproduzcan». George Bernard Shaw declaró que solo la eugenesia podía salvar a la humanidad.

Este movimiento contenía un manifiesto racismo, ejemplificado en textos como The Rising Tide of Color Against White World Supremacy, del autor estadounidense Lothrop Stoddard. Pero en su día el racismo se consideró un aspecto irrelevante del esfuerzo por alcanzar un maravilloso objetivo, la mejora de la especie humana en el futuro. Fue esta idea vanguardista la que atrajo a las mentes más liberales y progresistas de una generación. California fue uno de los veintinueve estados que aprobaron leyes autorizando la esterilización, pero resultó ser el más optimista y entusiasta: se practicaron más esterilizaciones en California que en ningún otro lugar de Estados Unidos.

La investigación eugenésica recibió financiación de la Fundación Carnegie y posteriormente de la Fundación Rockefeller. Esta última demostró tal entusiasmo que incluso después de trasladarse el centro de los esfuerzos eugenésicos a Alemania e implicar la muerte en la cámara de gas de los internos de los sanatorios mentales, siguió financiando a investigadores alemanes a muy alto nivel. (La fundación lo llevó en secreto, pero aún financiaba esa investigación en 1939, solo unos meses antes de desatarse la Segunda Guerra Mundial.)

Desde la década de los veinte, los eugenistas norteamericanos sintieron envidia porque los alemanes habían pasado a encabezar el movimiento. Los alemanes eran de un progresismo admirable. Establecieron casas de aspecto corriente donde se llevaba e interrogaba uno por uno a los «deficientes mentales», antes de conducidos a una habitación trasera, que era, de hecho, una cámara de gas. Allí los gaseaban con monóxido de carbono, y sus cadáveres se eliminaban en un crematorio situado en la finca.

Con el tiempo, este programa se amplió a una vasta red de campos de concentración ubicados cerca de las líneas de ferrocarril, lo que permitió el eficaz transporte y sacrificio de diez millones de indeseables.

Después de la Segunda Guerra Mundial, nadie era eugenista, y nadie lo había sido. Los biógrafos de los personajes célebres y poderosos no se explayaron sobre la atracción ejercida por esta filosofía en sus biografiados, y en ocasiones ni siquiera lo mencionaban. La eugenesia dejó de ser tema en las aulas universitarias, aunque algunos sostienen que sus ideas siguen vigentes bajo una forma distinta.

Pero en retrospectiva destacan tres puntos. Primero, pese a la construcción del Cold Springs Harbor Laboratory, pese a los esfuerzos de las universidades y los alegatos de los abogados, la eugenesia carecía de fundamento científico. De hecho, en la época nadie sabía qué era realmente un gen. El movimiento pudo desarrollarse porque utilizaba términos vagos que jamás se definieron con rigor. La «debilidad mental» podía significar cualquier cosa, desde pobreza y analfabetismo hasta epilepsia. Análogamente, no existían definiciones claras de «degenerado» o «incapacitado».

En segundo lugar, el movimiento eugenésico fue en realidad un programa social disfrazado de programa científico. Lo impulsaban el racismo, la preocupación por la inmigración y el hecho de que gente indeseable se trasladase al barrio o al país de uno. Una vez más, una terminología vaga contribuyó a ocultar lo que ocurría realmente.

En tercer lugar, y lo más lamentable, las instituciones científicas de Estados Unidos y Alemania no organizaron ninguna protesta continuada. Todo lo contrario. En Alemania, los científicos se apresuraron a incorporarse al programa. Los investigadores alemanes modernos han vuelto a revisar los documentos nazis de la década de los treinta. Esperaban encontrar instrucciones indicando a los científicos qué debían investigar. Pero eso no fue necesario. En palabras de Ute Deichman, «los científicos, incluidos aquellos que no pertenecían al partido [nazi], procuraron obtener financiación para su trabajo mediante la modificación de su comportamiento y la cooperación directa con el Estado». Deichman hace alusión al «papel activo de los científicos respecto a la política racial nazi... donde [la investigación] tuvo el objetivo de confirmar la doctrina racial... no puede documentarse ninguna presión externa». Los científicos alemanes adaptaron sus intereses como investigadores a las nuevas políticas. Y los pocos que no se adaptaron desaparecieron.


Un segundo ejemplo de ciencia politizada posee un carácter muy distinto, pero ilustra los riesgos presentes en el hecho de que la ideología de un gobierno controle la labor de la ciencia, y de que unos medios de comunicación poco críticos promuevan falsos conceptos. Trofim Denisovich Lisenko fue un campesino con gran aptitud para la autopromoción que, según se decía, «resolvió el problema de la fertilización de los campos sin fertilizantes ni minerales». En 1928 declaró haber inventado un procedimiento llamado «vernalización» mediante el cual las semillas se humedecían y enfriaban para potenciar el posterior crecimiento de los cultivos.

Los métodos de Lisenko nunca se sometieron a un ensayo riguroso, pero su afirmación de que estas semillas tratadas transmitían sus características a la siguiente generación representó un resurgimiento de las ideas de Lamarck en una época en que el resto del mundo acogía la genética de Mendel. Josef Stalin se sintió atraído por las ideas de Lamarck, que implicaban un futuro sin los condicionamientos de las restricciones hereditarias; quería asimismo mejorar la producción agrícola. Lisenko prometía tanto lo uno como lo otro, y se convirtió en el niño mimado de unos medios de comunicación soviéticos que andaban buscando noticias sobre campesinos inteligentes que desarrollaban procedimientos revolucionarios.

Se presentó a Lisenko como genio, y él sacó el máximo provecho de su celebridad. Tenía especial habilidad para denunciar a sus opositores. Utilizó cuestionarios de granjeros para demostrar que la vernalización incrementaba el rendimiento de los cultivos y eludió así cualquier ensayo directo. Impulsado por el entusiasmo estatal, su ascensión fue rápida. En 1937 pertenecía ya al Sóviet Supremo.

Para entonces, Lisenko y sus teorías dominaban la biología rusa. El resultado fueron las hambrunas que acabaron con millones de vidas y las purgas que llevaron a cientos de científicos soviéticos disidentes a los gulags o los pelotones de fusilamiento. Lisenko llevó a cabo un agresivo ataque contra la genética, que finalmente se prohibió por considerarse «pseudociencia burguesa» en 1948. Las ideas de Lisenko carecían de toda base, y sin embargo controlaron la investigación soviética durante treinta años. El lisenkoísmo terminó en la década de los sesenta, pero la ideología rusa aún no se ha recuperado por completo de esa etapa.


Ahora participamos en una nueva gran teoría, que una vez más ha captado el apoyo de políticos, científicos y celebridades de todo el mundo. Una vez más, la teoría es promovida por las principales fundaciones. Una vez más, la Investigación corre a cargo de prestigiosas universidades. Una vez más, se aprueban leyes y se aplican con carácter de urgencia programas sociales en su nombre. Una vez más, los críticos son pocos y reciben un mal trato.

Una vez más, las medidas que se aplican tienen poca base en la realidad o la ciencia. Una vez más, grupos con otras agendas se esconden tras un movimiento que parece tener elevadas miras. Una vez más, la superioridad moral se utiliza como argumento para justificar acciones extremas. Una vez más, el hecho de que algunas personas salgan perjudicadas es considerado un mal menor porque se afirma que una causa abstracta es más importante que cualquier consecuencia humana. Una vez más, términos vagos como «sostenibilidad» y «justicia generacional» -términos sin una definición establecida- se emplean al servicio de una nueva crisis.

No sostengo que el calentamiento global sea lo mismo que la eugenesia. Pero las afinidades no son solo superficiales. Y sí afirmo que se está reprimiendo la discusión abierta y franca de los datos y de los resultados. Destacadas publicaciones científicas se han declarado con rotundidad a favor del calentamiento global, lo cual no es competencia suya. Dadas las circunstancias, cualquier científico escéptico comprenderá que lo más sensato es callarse sus opiniones.

Una prueba de esta represión es el hecho de que muchos de los críticos declarados del calentamiento del planeta son profesores jubilados. Estos ya no buscan becas, ni tienen que enfrentarse a colegas cuyas solicitudes de beca y cuya promoción académica puede verse en peligro a causa de sus críticas.

En la ciencia, los ancianos suelen equivocarse. Pero en la política, los ancianos son sabios, aconsejan cautela y al final tienen razón a menudo.


La historia pasada de la fe humana es un cuento con moraleja. Hemos matado a miles de congéneres porque creíamos que habían firmado un pacto con el diablo y se habían convertido en brujos. Aún matamos más de mil personas al año por brujería. En mi opinión, solo hay una esperanza para que la humanidad salga de lo que Carl Sagan llamó «el mundo demonizado» de
Nuestro pasado. Esa esperanza es la ciencia.

Pero como dijo Alston Chase, «cuando la búsqueda de la verdad se confunde con la defensa política, la búsqueda del conocimiento se reduce a la búsqueda de poder».

A ese peligro nos enfrentamos ahora. Y por eso la mezcla de ciencia y política es una mala combinación, con una mala historia. Debemos recordar la historia y asegurarnos de que lo que le presentamos al mundo como conocimiento es desinteresado y honesto.