Sobre los motivos, actuales y no tanto
¿Cortar o no cortar? |
Religión
La
religión siempre ha llevado a la gente a hacerles a
los demás -y a veces a sí mismos- cosas realmente horrorosas (podemos citar innumerables guerras y casi todos los métodos medievales de tortura), de las
cuales seguramente la circuncisión ritual infantil no es ni por asomo la peor. Claro que esto no es de ninguna manera un argumento suficiente para justificarla. Personalmente, me parece inaceptable la idea de cortarle cualquier cosa a un niño
sólo porque uno cree en caprichosos dioses invisibles (ver el origen de la circuncisión en la entrada anterior sobre este tema). Por un lado, ¿cómo explicarán los
padres esa mutilación si sus hijos deciden ser ateos? ¿Cómo se lo
explicarán a sí mismos si ellos mismos deciden ser ateos? ¿Y si su
religión demandara cortar el lóbulo de una oreja o la primer falange del
dedo meñique? En cuanto a los musulmanes intentando parecerse a Mahoma, ¿y si éste hubiera nacido sin una mano?
¿Todos los varones deberían ser mancos?
En
el judaísmo, la circuncisión no es estrictamente un requisito para que
alguien sea considerado judío, pero casi todas las corrientes
religiosas, desde las menos ortodoxas hasta las más fundamentalistas,
coinciden en que es casi indispensable, tanto para los varones recién nacidos de
madres judías, como para los goyim -no judíos- que quieran convertirse a esta
religión (cabe aclarar que, tanto para bebés como para adultos, hay excepciones por motivos de salud). Según Génesis 17:10-14,
de no realizarse podría haber serias consecuencias espirituales, como
dejar de ser parte del "pueblo de Dios". Así que millones de familias
circuncidan a sus hijos varones por creer que, de no hacerlo, éstos no
serían considerados judíos, una creencia cuanto menos arcaica. Como diré varias veces, la religión, la cultura y la etnia no pueden ni deben ser impuestas a nadie, mucho menos con una mutilación.
Para que la religión judía la considere válida, debe hacerse de forma ritual y por un mohel, que es una persona religiosa especializada en esta práctica y que muchas veces además es rabino o incluso médico. Curiosamente, también pueden ser mujeres (mohelet), aunque no es tan habitual. El rito en sí tiene muy pequeñas diferencias según la corriente pero, en resumen, se dicen unos rezos, se hacen el corte y las curaciones y se dicen más rezos mientras el mohel comparte con los padres una copa de vino kosher, del cual es costumbre que se le den unas gotas al bebé, usualmente en el chupete. Se estipula que debe hacerse en el octavo día (esto tiene su origen en Levítico, donde dice que las criaturas vivas se encuentran muy débiles durante sus primeros siete días; "casi como si aún estuvieran en el útero materno", según Maimónides) aunque, como dijimos, se admite posponerla por motivos de salud del bebé.
Lo de los rezos, vaya y pase. No es para tanto. Y una o dos gotas de vino no le van a hacer nada ni siquiera a un bebé. El rito en sí tampoco implica una adherencia a ninguna Iglesia o institución judía, como sí sucede con el bautismo católico. Lo de los ocho días es obviamente un invento basado en las observaciones de personas que vivieron hace miles de años. Médicamente, la circuncisión se puede hacer en cualquier momento, dependiendo del peso y estado de salud general del bebé, aunque no se recomienda que sea antes de las 48 hs. Tampoco es recomendable -si se la va a hacer- esperar más de dos o tres meses, para que le resulte lo menos traumático posible.
Para que la religión judía la considere válida, debe hacerse de forma ritual y por un mohel, que es una persona religiosa especializada en esta práctica y que muchas veces además es rabino o incluso médico. Curiosamente, también pueden ser mujeres (mohelet), aunque no es tan habitual. El rito en sí tiene muy pequeñas diferencias según la corriente pero, en resumen, se dicen unos rezos, se hacen el corte y las curaciones y se dicen más rezos mientras el mohel comparte con los padres una copa de vino kosher, del cual es costumbre que se le den unas gotas al bebé, usualmente en el chupete. Se estipula que debe hacerse en el octavo día (esto tiene su origen en Levítico, donde dice que las criaturas vivas se encuentran muy débiles durante sus primeros siete días; "casi como si aún estuvieran en el útero materno", según Maimónides) aunque, como dijimos, se admite posponerla por motivos de salud del bebé.
Lo de los rezos, vaya y pase. No es para tanto. Y una o dos gotas de vino no le van a hacer nada ni siquiera a un bebé. El rito en sí tampoco implica una adherencia a ninguna Iglesia o institución judía, como sí sucede con el bautismo católico. Lo de los ocho días es obviamente un invento basado en las observaciones de personas que vivieron hace miles de años. Médicamente, la circuncisión se puede hacer en cualquier momento, dependiendo del peso y estado de salud general del bebé, aunque no se recomienda que sea antes de las 48 hs. Tampoco es recomendable -si se la va a hacer- esperar más de dos o tres meses, para que le resulte lo menos traumático posible.
Pero sin dudas, la parte más controversial de la circuncisión
ritual judía (aparte de la circuncisión en sí misma, claro) es la
succión. Sí, si no estaban al tanto, leyeron bien. Resulta que para
prevenir infecciones, los médicos antiguos decidieron que había que succionar un poco de sangre de la herida ("hasta que fluya") y luego escupirla. Esto se denomina metzitzah b'peh y es mencionado en la Mishná,
la primera redacción escrita de las tradiciones del judaísmo, que data del 220 d.C. Sin
embargo, en la actualidad es casi un consenso entre los religiosos (excepto los más ortodoxos) que no hace falta realizar esta técnica con contacto directo entre la boca y el pene, ya que esto
no forma parte del ritual original. Imagino que los muchos casos de contagio de herpes y otras enfermedades de la boca del mohel
al torrente sanguíneo del infante les deben haber ayudado a llegar a
esa conclusión. Es que además del inevitable pasaje de saliva de un adulto a un bebé prácticamente sin sistema inmune, la poca sangre que salga se puede limpiar de una forma un poco más acorde al siglo XXI: con gasas esterilizadas y alcohol. ¿O acaso vemos a los
cirujanos en los quirófanos de los hospitales chupando las incisiones
practicadas en sus pacientes? Imaginemos la situación. ¿Una herida cortante en el abdomen? Un enfermero que la limpie con su boca, por favor. ¿Un transplante de corazón? Cinco enfermeros chupando la herida. Si no se hace en una cirugía importante,
¿por qué debería hacerse en una mucho menor? La medicina ha avanzado bastante desde la Edad de Hierro, pero las religiones no.
Decíamos que ya no hace falta el contacto directo (aunque algunos fanáticos ultra ortodoxos lo siguen haciendo así) y esto es porque los religiosos son expertos en encontrarle la vuelta para seguir realizando lo que consideran sagrado. Así que, con el fin de no contradecir su religión y al mismo tiempo no poner en riesgo la vida de los niños, los mohelim recurren ahora a dispositivos de avanzada: se usa un tubo de vidrio o de plástico esterilizado, como el de una jeringa descartable, que se coloca con un extremo en la punta del pene recién circuncidado y por el otro se hace una succión muy corta. Como para cumplir con el de arriba, nomás, ya que difícilmente esto sirva para algo. Otra opción, al menos en Nueva York, será obtener el consentimiento escrito de los padres.
En el islam no existe un circuncidador experto o mohel, así que quiero suponer que generalmente se recurre a médicos. En teoría, ni siquiera hace falta que sea musulmán. Tampoco hay una edad fija a la que haya que realizarla y la tradición dice que debe hacerse durante la infancia, antes de los doce años, pero cada vez más padres lo hacen a los pocos días de nacido.
En ambas culturas -islam y
judaísmo- hay una tendencia a hacer la circuncisión en
hospitales o clínicas especializadas. En algunos casos se deja completamente de lado el ritual y en otros se busca un término medio, permitiendo los rezos pero dejando la circuncisión propiamente dicha en manos de doctores. A pesar de esto, todavía es muy habitual que
se haga en la mezquita, la sinagoga, la casa de algún familiar o incluso en un salón de fiestas o
un club. En el islam, puede incluso llegar a ser pública. En todos estos casos, no sólo las condiciones de esterilidad dejan
mucho que desear, sino que además no hay a dónde recurrir en caso de
alguna emergencia (como que al circuncidador le tiemble el pulso o
que justo estornude en el momento menos indicado, ¡ouch!). Lógicamente, aunque el mohel sea médico, los instrumentos sean esterilizados, la zona sea
desinfectada y se aplique anestesia local, estas precauciones
obvias por sí solas difícilmente constituyan condiciones adecuadas para
algo que al fin y al cabo es una intervención quirúrgica. Es más, ya sea que se le practique a niños de 12 años o a recién nacidos, es común que después de la operación (que, como dijimos, sólo dura unos minutos) haya
un festejo con comida y música y brindis, y todos los parientes comiendo, charlando y
respirando alrededor del bebé recién operado. Inevitablemente, muchos se acercarán también a saludarlo y besuquearlo. Y sólo tiene 8
días de vida.
Estos rituales y costumbres pueden parecer terribles, y quizás lo sean, pero antes de escandalizarse demasiado, imaginen (o busquen en internet) cómo se hace la circuncisión en las culturas aborígenes, tanto de África como de Asia y Australia. Esas condiciones son directamente infrahumanas.
Por eso, mi opinión sigue siendo que los motivos y formas religiosas de hacer las cosas, en especial una cirugía, tienen que ser dejados en el pasado. Sólo allí deben pertenecer los rituales místicos, los pases mágicos, los rezos y las tradiciones potencialmente dañinas. Y hablando de tradiciones, a ellas dedicaremos parte del próximo post sobre este tema.
Decíamos que ya no hace falta el contacto directo (aunque algunos fanáticos ultra ortodoxos lo siguen haciendo así) y esto es porque los religiosos son expertos en encontrarle la vuelta para seguir realizando lo que consideran sagrado. Así que, con el fin de no contradecir su religión y al mismo tiempo no poner en riesgo la vida de los niños, los mohelim recurren ahora a dispositivos de avanzada: se usa un tubo de vidrio o de plástico esterilizado, como el de una jeringa descartable, que se coloca con un extremo en la punta del pene recién circuncidado y por el otro se hace una succión muy corta. Como para cumplir con el de arriba, nomás, ya que difícilmente esto sirva para algo. Otra opción, al menos en Nueva York, será obtener el consentimiento escrito de los padres.
En el islam no existe un circuncidador experto o mohel, así que quiero suponer que generalmente se recurre a médicos. En teoría, ni siquiera hace falta que sea musulmán. Tampoco hay una edad fija a la que haya que realizarla y la tradición dice que debe hacerse durante la infancia, antes de los doce años, pero cada vez más padres lo hacen a los pocos días de nacido.
Celebrando el Brit Milá |
Estos rituales y costumbres pueden parecer terribles, y quizás lo sean, pero antes de escandalizarse demasiado, imaginen (o busquen en internet) cómo se hace la circuncisión en las culturas aborígenes, tanto de África como de Asia y Australia. Esas condiciones son directamente infrahumanas.
Por eso, mi opinión sigue siendo que los motivos y formas religiosas de hacer las cosas, en especial una cirugía, tienen que ser dejados en el pasado. Sólo allí deben pertenecer los rituales místicos, los pases mágicos, los rezos y las tradiciones potencialmente dañinas. Y hablando de tradiciones, a ellas dedicaremos parte del próximo post sobre este tema.
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