viernes, 25 de abril de 2014

Un virus del lenguaje




Detective Marty Hart -No todo el mundo quiere sentarse solo en una habitación vacía dándole a manuales de homicidios. Algunas personas disfrutan de la comunidad, del bien común.
Detective Rust Cohle -¿Sí? Bueno, si el bien común tiene que inventar cuentos de hadas, entonces no le hace bien a nadie.
Hart -Digo, ¿te imaginás lo que pasaría si la gente no creyera? ¿Las cosas que harían?
Cohle -Exactamente las mismas que hacen ahora, solo que al descubierto.
Hart -¡Pavadas! Sería un puto show de asesinatos y depravación, y lo sabés.
Cohle -Si lo único que mantiene a una persona decente es la expectativa de una recompensa divina, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda, y me gustaría exponer a tantos de ellos como sea posible.
Hart -Supongo que tu razonamiento es infalible, pedazo de sabelotodo. ¿Te creés que ese cuaderno tuyo es una tabla de piedra?
Cohle -¿Qué dice de la vida, Marty, que la gente tenga que reunirse, contarse historias que violan todas las leyes del universo, sólo para pasar el maldito día? ¿Qué dice eso de tu realidad, Marty?
Cohle -Transferencia de miedo y auto desprecio a un recipiente autoritario. Es catarsis. Él [el predicador] absorbe su temor [de su audiencia] con su narrativa. Por eso, él es efectivo en proporción a la certidumbre que pueda proyectar. Ciertos antropólogos lingüistas opinan que la religión es un virus del lenguaje, que reescribe conexiones en el cerebro y adormece el pensamiento crítico.
True Detective, tercer episodio,
"La habitación cerrada"

sábado, 5 de abril de 2014

Un review de la película Noé, de Darren Aronofsky - Parte 1

Fui a ver la película Noé sin saber bien con qué me iba a encontrar: una aventura histórica, un poema épico sumerio, otra mala película de cine catástrofe o una versión más o menos literal del cuento bíblico. Pero resultó ser otra cosa. Una mezcla de todo eso más algo de ciencia ficción, fantasía, dilemas morales y un gran contenido espiritual (por suerte, no tanto como en La Fuente, película de 2006 del mismo director). Las actuaciones son muy buenas -Crowe, Connelly y Hopkins ya están bastante encasillados, pero no cansan- y la historia entretiene.

No es fácil hacer una crítica a esta película desde un punto de vista escéptico. En primer lugar, porque es una completa fantasía, así que es casi como buscarle la quinta pata al gato criticando El Señor de los Anillos o Harry Potter. En segundo lugar, porque hay que tener en cuenta que no se trata exactamente de la versión bíblica, con la que presenta varias diferencias. Pero vayamos por partes.

La inundación real

Para empezar bien hay que hacer un poco de historia y trasladarnos a la ciudad de Ur, una de las más importantes de la Mesopotamia sumeria. Ésta estaba ubicada cerca del río Éufrates, que tenía un caudal bastante más irregular que su vecino, el Tigris, y cada tantos años causaba alguna inundación importante. Pero una de esas crecidas, ocurrida quizás cerca del 2800 aEC, parece haber sido muy fuera de lo común y haber cubierto la ciudad entera, y otras cercanas, con varios metros de agua. Esta inundación llevó a varios grupos de pobladores a emigrar (las frecuentes invasiones de nómadas poco amistosos seguro ayudaron a decidirlos) pero también tuvo otro efecto, uno que perduraría por milenios: inspirada en esta inundación se escribió una de las partes del poema sumerio de Gilgamesh, la obra épica más antigua de que se tiene registro y, casi con seguridad, la base de la historia bíblica del Diluvio Universal y el Arca de Noé.

Sobre el primer punto, el descubrimiento de evidencias de la gran inundación, Isaac Asimov escribió en su libro El Cercano Oriente:

El Tigris y el Éufrates no nacen en lagos, sino en fuentes montañosas. No hay ninguna represa y las inundaciones pueden ser desastrosas en años de mucha nieve y repentinas oleadas de calor primaverales. (En una fecha tan tardía como 1954 Irak sufrió una catastrófica inundación provocada por el ascenso de los ríos.)

Entre 1929 y 1934, el arqueólogo inglés sir Charles Leonard Woolley excavó el montículo que correspondía a la antigua ciudad de Ur. Allí había estado una antigua desembocadura del Éufrates, a unos dieciséis kilómetros al norte de Eridu. Encontró una capa de limo de tres metros de espesor, sin ningún resto arqueológico.

Llegó a la conclusión de que era un sedimento depositado allí por una gigantesca inundación. Calculó que tal inundación alcanzó una profundidad de unos nueve metros y se extendió por una superficie de 500 kilómetros de largo por 160 de ancho, prácticamente todo el territorio comprendido entre los ríos.

Sobre el segundo punto, veamos cómo fue que esta catástrofe influyó en la Biblia. Una vez desaparecido el reino sumerio -no por la inundación, sino por sucesivas invasiones de otros pueblos-, la ciudad de Babilonia, ubicada más al norte, quedó como la heredera de buena parte de esa cultura y los caldeos, que dominaron la región mucho después, la transformaron en capital de su reino. Después de invadir y arrasar el cercano reino de Judá en el 587 aEC, el rey caldeo Nabucodonosor obligó a las clases dominantes -posibles fuentes de rebeliones futuras- a emigrar. Muchos de esos judíos, al ver que éste no era un rey cruel ni deseaba tratarlos particularmente mal, decidieron instalarse en la gran capital caldea, donde vivieron razonablemente bien durante más de un siglo. Durante ese tiempo de exilio, los judíos se embebieron de la cultura mesopotámica y sus leyendas los cautivaron tanto que las incluyeron, con adaptaciones, en sus textos históricos y religiosos. Tanto la leyenda del Diluvio y el Arca de Noé como la Creación misma y el cuento del Jardín del Edén, así como la importancia dada al Sabbat, son resultado de esta simbiosis.

En próximos posts, seguiremos con la crítica de la película. Les doy unos días para que puedan verla, así no hay spoilers.