domingo, 11 de agosto de 2013

La irresponsabilidad de los charlatanes

El ilustre manochanta de Rosario, el Padre Ignacio, ha perdido toda vergüenza y todo sentido de prudencia y responsabilidad. Es que, como todo charlatán experimentado sabe, descubrió que puede decir lo que quiera, si lo hace alzando los brazos e invocando algún poder "superior" o "divino". Ya no se conforma con "adivinar" enfermedades y prometer sanaciones; ya no tiene suficiente con arriesgar resultados deportivos; ahora también juega con los sentimientos y esperanzas de las personas más desesperadas.

Para quienes no estén al tanto, el martes pasado, en esta ciudad, un edificio prácticamente explotó a causa de un gran escape de gas en su planta baja. Hasta el momento de escribir esta nota, se cuentan oficialmente 15 personas fallecidas, 6 desaparecidas y 10 que siguen internadas (inicialmente fueron más de 60).

Algunos de los sobrevivientes relataron que el escape de gas era tan fuerte que hacía un sonido semejante al de la turbina de avión. A los pocos minutos, explotó todo. El edificio en cuestión constaba de tres torres, una de las cuales -la del medio, de nueve pisos- se derrumbó por completo. Las otras dos corren serio riesgo de derrumbarse y de todas formas deberán ser demolidas a futuro. Los edificios aledaños y cercanos también sufrieron graves daños. Cientos de personas ya no podrán volver a sus casas y muchas de ellas perdieron todo lo que tenían. Que yo sepa, en Rosario nunca había pasado algo parecido.

La demora de la empresa distribuidora en cerrar el paso del gas -dos horas desde la explosión- posiblemente dificultó o retrasó las tareas inmediatas de rescate, ya que las primeras plantas seguían en llamas. Mientras las víctimas eran socorridas, se determinó un área de exclusión sonora, un cordón de unas dos cuadras de radio, dentro de la cual no pueden acceder vehículos. Esto es para facilitar el paso de ambulancias y para que los rescatistas, utilizando sondas y perros entrenados, puedan intentar escuchar sonidos que indiquen si hay personas atrapadas. Esta prohibición fue violada sólo cuando, al día siguiente, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner fue al lugar con su comitiva. Incluso quiso caminar sobre los escombros, por lo que las tareas de rescate debieron ser suspendidas, aunque sólo fuera por unos minutos.

El Papa no tardó más que CFK en hacer llegar sus condolencias, en su caso en la forma de una carta enviada al arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, quien en seguida la hizo pública durante la misa de San Cayetano. Tanto Mollaghan como el rabino Daniel Dolinski se acercaron, sin séquito ni alharaca, hay que decirlo, a ofrecer a los damnificados su ayuda y la de las instituciones a las que representan.

A través de los medios, buena parte del país sigue minuto a minuto lo que pasa en Rosario, donde la solidaridad abundó. Todas las expectativas fueron largamente superadas a la hora de solicitar dadores de sangre para los heridos, comida y abrigo para los rescatistas y ayuda para quienes ya no tienen casa y para los que siguen esperando la aparición de algún ser querido.

Pero, volviendo al tema, el Padre Ignacio fue otro cantar. Casi desde el primer momento se dijo que existe la posibilidad de que algunas de las personas que siguen desaparecidas hayan logrado salir del edificio luego de la explosión, ya sea por sus propios medios o con ayuda, y que no hayan sido ingresadas en ningún hospital, sino que se encuentren en algún lugar en estado de shock. Una de estas personas aún desaparecidas es Santiago Laguía, a quien, aparentemente, uno de los rescatistas habría sacado vivo del lugar. Su familia y amigos lo buscan desesperadamente por todas partes. Hay carteles con su imagen por toda la zona y su cara está en todas las redes sociales.

El jueves, parte de su familia fue a rezar a la iglesia Natividad del Señor, esperando poder hablar con el padre Ignacio. Su madre cuenta que éste los reconoció (muy posiblemente gracias a una ayudante que ya los conocía de Pergamino, su ciudad de origen) y los hizo acercarse. Sin la menor prudencia, Peries les dijo que Santiago "está con vida, que él puede sentir los latidos de su corazón, que puede estar shockeado o mareado" y les indicó que lo busquen específicamente en "las zonas verdes de la ciudad". Desde entonces, familia y amigos lo buscan en las plazas y parques.

Lo que hizo el Padre Ignacio sólo tiene un nombre: dar falsas esperanzas. Ojalá que Santiago esté con vida, pero eso no hay forma de que Peries lo sepa. Quienes dijeron que podría haber personas en estado de shock fueron los profesionales, no un charlatán que pretende convencernos de que tiene algún tipo de poderes telepáticos. Él tomó esa posibilidad y jugó sus cartas; hizo su apuesta. Si Santiago aparece con vida (y ojalá así sea), toda la ciudad lo idolatrará. Sus palabras serán más recordadas que la carta del Papa o la ayuda desinteresada prestada por tantas personas e instituciones. Será el "Padre Milagroso". Si su predicción falla, seremos pocos quienes lo recordaremos. Porque, como todo charlatán sabe, la gente se olvida rápidamente de las predicciones fallidas. En cuanto a los medios locales, que lo adoran, podemos estar seguros de que no se ocuparán del tema con la objetividad que merece.

No conforme todavía, Peries fue esa noche a la zona del accidente, se subió a un edificio cercano a los escombros acompañado de algunos bomberos y desde lo alto arrojó medallitas de su iglesia. Acá cabe destacar lo irresponsable de permitirle el ingreso a la zona y, más aún, subir a un edificio que podía estar en peligro de derrumbarse, además de la falta de consideración: una cosa es rezar en su iglesia y otra es interrumpir el trabajo de rescate para tirar sus medallitas sobre escombros y rescatistas. ¿Alguien le dio permiso? ¿Alguien fue consultado sobre la conveniencia de hacer algo así?
Algún día, los ciudadanos dejarán de admirar a estos farsantes y los verán como lo que realmente son: timadores de la peor calaña, que se abusan de la necesidad y la desesperación de las personas. Ésa es mi predicción (y mi deseo).


Actualización (12/08/2013, 21:45):
Hace apenas un par de horas fueron encontradas las últimas dos personas que faltaban, lamentablemente sin vida. Una de ellas es Santiago Laguía.

viernes, 2 de agosto de 2013

El engaño de la Tabla Ouija

¿Qué es la Tabla Ouija? Empecemos por lo que no es: no es tan antigua. Fue patentada en 1890 por Elijah Bond, un inventor de Maryland, Estados Unidos. Su intención fue crear un juego de mesa en el que los participantes anotaban las letras que uno de ellos iba señalando y así formaban frases, poemas o lo que fuera. Después de pasar por otras manos, esa misma patente hoy pertenece a Hasbro, la misma empresa que vende muñecos de juguete y juegos de mesa. Eso ya lo dice todo, ¿no?

Lápida que le hicieron a Bond en 2008 y la patente de la Tabla Ouija.
La Tabla Ouija podría haber seguido siendo sólo un juego si entre 1912 y 1914 una mujer llamada Pearl Curran no hubiera jurado que mientras jugaba con una amiga y vecina, se le presentó un espíritu y se le puso a charlar. Según su versión, que nunca pudo ser corroborada, se trataba de Patience Worth, una mujer inglesa que había muerto en 1964. Es interesante notar que el nombre tiene un posible significado en inglés: algo así como "la paciencia vale la pena". Pearl Curran quería ser cantante, pasó por varios trabajos y hasta ese momento tenía poco dinero propio. Pero desde que empezaron sus "conversaciones" con Worth, escribieron "juntas" varios cuentos e incluso algunos libros, lo que la ayudó bastante económicamente. Esa es, al menos, la versión de Curran. La mía tiene más que ver con su apellido.
 
En fin, la Tabla se fue transformando en algo más que un juego. Espiritistas de Europa y América la usaban -y siguen usando- para sus "sesiones", en las que aseguran a los crédulos que pueden contactarse con los muertos. El juego pasó a ser un instrumento para que charlatanes puedan abusarse de gente desesperada.

También surgió un creciente miedo al uso de la Ouija: aún hoy se corre el rumor de que en las condiciones adecuadas y diciendo las palabras correctas se puede usar la Tabla para invocar a los espíritus y hacer que éstos puedan “cruzarse a este lado”. ¡Oh, no! Pero por suerte, en lugar del Chapulín Colorado, está el bueno de Carl Sagan para seguir ayudándonos, más de 16 años después de su muerte: "Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria." Y no hay la más mínima evidencia de que la Tabla Ouija -o su versión casera local, el juego de la copa- sean otra cosa que un juego o un engaño, según quién las use.

La Tabla puede tener su origen en la llamada Escritura Automática, otro engaño anterior usado por los médiums en la época victoriana. En este caso no había un abecedario cuyas letras un puntero iba señalando, sino que el puntero era en realidad una planchuela con rueditas que tenía un agujero con un lápiz que lo atravesaba. El médium apoyaba sus manos en ella y el lápiz escribía o dibujaba a medida que la movía. Claro que él decía que eran los espíritus los que le movían las manos.

Siempre que haya un médium o espiritista de por medio, podemos estar seguros de que se trata de un engaño pensado para sacarle dinero a los desprevenidos. Pero, ¿qué pasa cuando la "sesión" sólo se lleva a cabo entre amigos? Sólo hay dos posibilidades: la primera y más obvia es que alguno de los participantes esté engañando o gastando una broma a los demás. Si él es el único con las manos sobre el puntero o la copa, sólo tiene que señalar a donde quiera. Si todos los participantes lo están tocando, nada más tendrá que hacer un poco más de fuerza. Recordemos que según las instrucciones del juego, sólo hay que tocar el puntero o copa levemente y, si se mueve, dejarse llevar.

La otra posibilidad involucra al efecto ideomotor. Esto ocurre cuando una persona, inconscientemente, mueve un músculo o parte de su cuerpo por efecto de una gran sugestión. Si tememos a los fantasmas, soñamos con ellos; si tememos a los tiburones, soñamos con tiburones. Si estamos convencidos de que el puntero va a deletrear M-U-E-R-T-E, la sugestión puede ser tan grande que nos haga moverlo hacia esas letras. Involuntariamente, lo llevamos hacia ellas. Esa misma sugestión es la que puede traer aparejada una crisis nerviosa, como le sucedió hace pocas semanas a una chica entreriana. A pesar de que los medios locales lo llamen "trance" en sus titulares.

Desde que alguien dijo "fantasmas", "espíritus" o "más allá", las religiones tuvieron algo que opinar al respecto. En este caso, siempre han criticado fuertemente cualquier medio usado para contactar a los fallecidos. Quizá por temor a perder el monopolio sobre la vida y la muerte, sobre el más acá y el más allá. El cristianismo, por ejemplo, condena todo lo que tenga que ver con el espiritismo, la adivinación y la magia en general, incluida la astrología, el tarot, las bolas de cristal y las Tablas Ouijas. Tanto comunicarse con los muertos como ver el futuro, dice esa religión, “está reservado sólo para Dios”. Islam y judaísmo opinan algo parecido al respecto. 

A pesar de todo esto -de que la ciencia diga que es imposible y de que las religiones digan que sólo Dios puede hacerlo-, la gran mayoría de las personas creen que estas y otras "formas de comunicarse con los muertos" son reales. Aunque la etiqueta de la caja sea la misma que la de los muñequitos de He-Man o el Monopoly.

jueves, 1 de agosto de 2013

El mismo homofóbico con piel de progresista

Durante su estadía en Brasil, y que fuera pagada por todos los brasileños, los medios, y especialmente los de Argentina, se ocuparon de multiplicar cada una de las palabras de Francisco I (el artista anteriormente conocido como Jorge Mario Bergoglio). Una de las frases que más repercusiones tuvo surgió en una rueda de prensa en su vati-avión, durante el viaje de regreso: “¿Quién soy yo para juzgar a los gays?”, se supone que dijo al responder a una pregunta referida al lobby gay en el Vaticano. Pero en realidad la frase fue recortada en la mayoría de las versiones gráficas. Las preguntas y respuestas completas pueden encontrarse en la página de aciprensa (para que no digan que está sacado de alguna web atea), Frankie respondió:

Francisco I
“[…] Luego usted hablaba del lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. [..]”
En primer lugar, parece como si hacer lobby fuera algo malísimo. Esto no es necesariamente así. En los países democráticos forma parte del “juego” de la política y Jorge Mario lo sabe muy bien. Dice que ningún lobby es bueno, pero en cada país en el que se encuentra representada, la Iglesia Católica prácticamente vive del lobby. El ahora Vicario de Cristo en la tierra, sin ir más lejos, hizo lobby (y mucho) contra el matrimonio homosexual. Y lo sigue haciendo hoy.

Jorge dice que él no es quién para criticar a una persona gay, pero en la frase completa vemos que aclara que esto es si -y sólo si, podemos suponer- esta persona, primero, busca al Señor y, segundo, tiene buena voluntad. ¿Significa que sí la criticará si no es católica, si es de otra fe o atea? Parecería que ser católico es requisito para que alguien pueda ser gay. Por otro lado, cuando uno dice “una persona de buena voluntad” suele referirse a alguien que es una buena persona (algo que primero habría que definir bien). Así que parece que ser buena persona es también un requisito para que Jorge te deje ser gay sin criticarte. Si hay quienes creen que los gays son malas personas, es gracias a frases como estas, proferidas por homofóbicos como este.

Traducido al castellano, sería algo así: si sos de mi misma religión y me parecés un buen tipo, podés ser gay y no te voy a criticar, aunque te voy a seguir tratando con la misma condescendencia que a alguien que padezca alguna enfermedad o algún tipo de impedimento. Y vamos ahacer lo posible para que te cures.

¿Y qué es entonces lo que dice el catecismo católico sobre los homosexuales? Que son unos desviados y que deben reprimirse sexualmente y rezar y rezar y rezar y rezar hasta que dejen de serlo. Ajá. Un psicólogo por allá, por favor. O, mejor, muchos.

No, Bergoglio no es progresista. No vino a cambiar nada, sólo a darle un poco de mejor imagen a la Iglesia, al menos a los ojos de la prensa crédula, ávida de titulares. Él, su religión y buena parte de su rebaño siguen siendo los mismos homofóbicos que hace dos mil años.