martes, 17 de diciembre de 2013

Una cuestión de honestidad individual

Recientemente tuve la oportunidad de leer un poco más sobre el origen de las principales religiones actuales(*), e inevitablemente me vuelvo a preguntar: ¿por qué en el año 2013, casi 14, tantas personas aún siguen creyendo en las religiones? ¿Por qué siguen creyendo que tienen dragones invisibles en los garages? Obviamente, las respuestas son en realidad muchas y abarcan más aspectos de los que puedo llegar a -y soy capaz de- analizar aquí. Pero, al menos para empezar, quise escribir algo sobre cómo las religiones se transmiten a lo largo de los siglos. Esto es, claro, de padres a hijos y de los clérigos a sus fieles.

Carl Sagan afirmaba que el creyente no basa sus creencias en la evidencia, sino "en una enraizada necesidad de creer" y que, por lo tanto, cualquier debate utilizando la lógica será imposible. Obviamente, como Sagan mismo hizo notar en más de una oportunidad, esto va directamente en contra del progreso, ya que, por ejemplo, tenemos políticos basando sus decisiones en mitos fantásticos en lugar de pedir asesoramiento a científicos competentes (en EEUU, uno de los países más importantes del mundo, autoproclamarse ateo equivale a perder toda oportunidad de acceder a un cargo público).

Daniel Dennett va un poco más allá y en una charla de 2006, reflexiona sobre el origen natural de las religiones y cómo éstas han sido, al pasar los siglos y milenios, "rediseñadas" por el hombre. El origen y evolución de la mayoría de las religiones no encierra en general grandes misterios y es conocido por científicos e historiadores hace ya bastante tiempo -en realidad sí queda, obviamente, muchísimo por estudiar, y es un campo fascinante-, pero aceptar esto parece ser un desafío imposible para muchos creyentes.

No deja de sorprender que a veces el creyente ni siquiera sabe bien en qué cree, es decir, no conoce todos los pormenores de su propia religión, e incluso a muchos de ellos eso no parece importarles. La cuestión es creer en algo, porque esto les hace falta para sentirse completos, para sentir que la vida tiene sentido. (Sería lo esperable que una persona conociera en todo detalle una creencia que en gran medida le va a condicionar varios -si no muchos o todos- aspectos de su vida, pero ese no parece ser siempre el caso.) Pero, si hay detalles que la gente desconoce de la propia religión, su desconocimiento de las demás religiones es, casi como regla general, nulo. ¿Por qué? Eso nos lleva al próximo punto: la forma en que las religiones se transmiten.

Como es sabido -y, salvo pocas excepciones, así ha sido siempre a lo largo de la Historia-, la enorme mayoría de la gente transmite sus creencias a sus hijos, ya sea directamente en el hogar o indirectamente al enviarlos a colegios o instituciones religiosas donde se les impartirá esa creencia particular en forma de clases. Pocas personas creyentes (creyentes de verdad, no sólo de nombre) escapan a esta regla. La crueldad -valga el término, a pesar de que generalmente esto es algo que los padres hacen con todo su amor y en la plena confianza de que es lo mejor para sus hijos, cuando no simplemente por defecto- del caso reside en que la mente de un niño carece de la formación necesaria para analizar críticamente lo que se la está enseñando y lo toma como cierto sin cuestionamientos, por absurdo que sea. Además, las demás religiones no se enseñan. Sólo una, que se imparte como la verdad única, absoluta, incuestionable, inalterable.

Una vez alcanzada la edad adulta, son relativamente pocos los que reniegan de su fe -la de sus padres- por varios motivos. Primero, porque, como dijimos, les fue enseñada a muy temprana edad y ya forma parte de sus vidas. Es casi imposible para los creyentes concebir un mundo en el que su fe sea falsa. Sería un mundo vacío y, aparentemente, carente de sentido o significado. Segundo, porque cuestionar o cuestionarse su fe equivaldría a desafiar las enseñanzas de las personas que uno más ama e idolatra cuando es chico: los padres (y en muchos casos podríamos agregar también a los primeros maestros). Sería, además de desafiarlos, hacerlos quedar como tontos por haber creído ellos mismos algo falso. (Ambas ideas son, por supuesto, equivocadas: por un lado, si no hubiéramos cuestionado nada, seguiríamos en las cavernas temiendo al fuego; por el otro, nuestros padres son humanos y pueden equivocarse o ser engañados. Baste recordar que hasta no hace mucho, desde el punto de vista histórico, los padres transmitían a sus hijos la certeza de que la Tierra era plana y descansaba sobre el lomo de elefantes gigantes. Esto era la verdad, y no podía ser cuestionada. Hasta que lo fue.)

Las religiones -a través de sus clérigos, ansiosos por permanecer en una posición de comodidad y muchas veces de poder-, con el tiempo, han convencido hábilmente a gran parte de la humanidad de que transmitir sus doctrinas de padres a hijos es por el bien de éstos, de que es salvar sus almas inmorales y asegurar su bienestar en una vida posterior que es eterna y por ende mucho más importante que esta, y de que la alternativa es el sufrimiento infinito y también eterno. Además, según suelen afirmar, otorgan un marco de ética y moral al individuo, que no existiría sin la religión. Estas nociones, con diversas formas y características particulares, surgieron en un momento u otro en la mayoría de las religiones. Y son falsas.

Lo primero que debemos hacer como sociedad, si no como individuos, es perder ese miedo a los castigos divinos y dejar de inculcar religiones a los niños. Otra opción podría ser, como propone Dennett, enseñarlas todas, comparando sus historias y sus características. ¿Qué podría tener de malo enseñar en las escuelas todas las religiones y que luego cada uno decida libremente si cree en alguna de ellas o en ninguna? Por un lado, los padres se verían en muchos casos forzados a aceptar que sus hijos pueden decidir su religión por sí mismos y que su decisión puede no gustarles. Por el otro, los sacerdotes deberían empezar a aceptar que no son imprescindibles. Que la gente puede decidir libremente que no los necesita.

Cuestionarnos aquello que creemos -aquello que se nos ha enseñado a creer sin dejarnos libertad de elección- requiere valentía, pero es una cuestión de honestidad para con nosotros mismos.

(*)Sobre el origen y evolución de las principales religiones, actuales y pasadas, y si bien debe haber autores más eruditos, recomiendo para el lector principiante y para todo amante de la Historia la serie de libros de Isaac Asimov llamada Historia Universal Asimov.

martes, 3 de diciembre de 2013

Sacerdotes entrometidos

Si sos creyente, seguramente te resultará difícil de entender que la intromisión de los sacerdotes -generalmente católicos; no sé si alguna otra religión lo hace- en los hospitales sea algo tan indignante para un ateo y porqué este señor polaco tiene todo el derecho de demandar al hospital, así que pongamos un ejemplo:
 
Imaginate que tenés un familiar o amigo internado en estado grave (sí, es un ejemplo feo, así que supongamos que después al final zafa y todos felices) y que los médicos te dan la noticia de que está inconsciente y es muy probable que le quede poco tiempo. Como esa persona es católica o cristiana, salís a buscar a un cura conocido de la familia para que le administre el sacramento de la extremaunción, o sacramento de la unción de los enfermos. Pero resulta que un rato después, cuando volvés, te encontrás con que otra persona entró sin ningún permiso a la habitación del enfermo y, también sin ninguna autorización, realizó el ritual por su propia cuenta. ¿Eso te indignaría? ¿Te escandalizaría? Lo más probable es que un poco, pero no mucho. No es el mejor momento para ponerse a discutir. Es una situación ya de por sí difícil y, al fin y al cabo, un cura es un cura y el rito es el mismo.

Pero ahora imaginate que el religioso que entró sin permiso y le puso las manos encima a tu allegado no es de tu religión, sino de otra que no tiene nada que ver con vos ni con el moribundo. Dijimos que ya de por sí era una situación difícil, pero ahora, ¿mejoró o empeoró? ¿Te sentís contento de ver a alguien que no conocés, vestido con ropas raras, rezando quién sabe a qué dioses, haciendo quién sabe qué pases mágicos en la cara de tu pariente o amigo? ¿Te parece que él estaría contento? ¿Y si fueras vos el que estuviera ahí acostado?

A un creyente que está en las últimas, ver que se le acerca un cura puede resultarle reconfortante y tranquilizador. Le asegura que va a estar todo bien y que diciendo unas palabritas y tocándole la frente con aceite le garantiza que de acá se va derecho a un lugar mejor. 
 
Pero para un no creyente, es una visión desagradable y aterradora, que sólo sirve para recordarle que el final se acerca y las promesas de paraísos y recompensas a cambio de convertirse a su fe sólo le dan bronca. No es el momento de hacer proselitismo. Es un abuso y debería ser penado, no importan las buenas intenciones que en algunos casos seguramente haya. 
 
Un cura que acude cuando se lo llama puede ser un acto de compasión; uno que se entromete sin permiso, que deambula libremente por los hospitales buscando algún moribundo al que cantarle sus cantitos, es directamente una extorsión en el momento de mayor vulnerabilidad de una persona. Es totalmente inmoral y antiético. ¿Lo entendiste ahora?

jueves, 14 de noviembre de 2013

El método científico: ¿un dogma más?

Mario Bunge
¿Es dogmático favorecer la extensión del método científico a todos los campos del pensamiento y de la acción consciente? Planteamos la cuestión en términos de conducta. El dogmático vuelve sempiternamente a sus escrituras, sagradas o profanas, en búsqueda de la verdad; la realidad le quemaría los papeles en los que imagina que está enterrada la verdad: por esto elude el contacto con los hechos. En cambio, para el partidario de la filosofía científica todo es problemático: todo conocimiento fáctico es falible (pero perfectible), y aun las estructuras formales pueden reagruparse de maneras más económicas y racionales; más aún, el propio método de la ciencia será considerado por él como perfectible, como lo muestra la reciente incorporación de conceptos y técnicas estadísticas. Por consiguiente, el partidario del método científico no se apegará obstinadamente al saber, ni siquiera a los medios consagrados para adquirir conocimiento, sino que adoptará una actitud investigadora; se esforzará por aumentar y renovar sus contactos con los hechos y el almacén de las ideas mediante las cuales los hechos pueden entenderse, controlarse y a veces reproducirse.

No se conoce otro remedio eficaz contra la fosilización del dogma —religioso, político, filosófico o científico— que el método científico, porque es el único procedimiento que no pretende dar resultados definitivos. El creyente busca la paz en la aquiescencia; el investigador, en cambio, no encuentra paz fuera de la investigación y la disensión: está en continuo conflicto consigo mismo, puesto que la exigencia de buscar conocimiento verificable implica un continuo inventar, probar y criticar hipótesis. Afirmar y asentir es más fácil que probar y disentir; por esto hay más creyentes que sabios, y por esto, aunque el método científico es opuesto al dogma, ningún científico y ningún filósofo científico debieran tener la plena seguridad de que han evitado todo dogma.

De acuerdo con la filosofía científica, el peso de los enunciados —y por consiguiente su credibilidad y su eventual eficacia práctica— depende de su grado de sustentación y de confirmación. Si, como estimaba Demócrito, una sola demostración vale más que el reino de los persas, puede calcularse el valor del método científico en los tiempos modernos. Quienes lo ignoran íntegramente no pueden llamarse modernos; y quienes lo desdeñan se exponen a no ser veraces ni eficaces.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Revisitando el Museo Bernardino Rivadavia:


Los buenos museos son los que se pueden visitar más de una vez y volver a disfrutarlos como la primera. Y una ventaja de repetir la visita es que a veces se pueden ver cosas que antes uno había pasado por alto. Aquí algunos ejemplos de cosas nuevas que aprendí en mi tercera recorrida por el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia:
 
. Apenas uno ingresa al museo se encuentra justo frente a una larga sala dedicada a la Geología. Dominando la entrada a la misma hay un gran globo terráqueo que debe tener unos dos metros de diámetro, si no más. Tanto los continentes como los fondos oceánicos se representan en relieve y unas flechas y cartelitos indican la posición de las principales fallas y placas tectónicas. En pocos minutos observándolo, pude escuchar a tres personas adultas diciendo a sus acompañantes "Mirá, es el universo."

Malaquita pulida
Entre otras cosas, en el resto de la sala hay maquetas de algunas de las montañas y volcanes más famosos y una gran colección de fragmentos de distintos tipos de minerales. Observando una de las vitrinas, me enteré de que la malaquita de la que está hecho el traje de la tortuga Manuelita es un mineral real: Dihidroxido de carbonato de cobre (II). Su nombre deriva de su color verdoso, semejante a las hojas de la malva, y que a María Elena Walsh se le hizo parecido al de los caparazones de las tortugas.

. En la sala dedicada a los bivalvos hay una vitrina que habla sobre las perlas. Ahí, un cartelito cuenta la historia de la isla de Margarita, que se hizo famosa por la gran cantidad de perlas que ahí se encontraron y que posiblemente a ello deba su nombre. No vi la relación hasta que me explicaron que perla en latín se dice margarita. Ya que estamos, la frase "no des margaritas a los cerdos" en realidad no se refiere a las flores, sino que proviene de la Biblia, Mateo 7:6, y dice algo así como "[...] ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen."

 
. Hacia el final del recorrido nos encontramos con las aves, de todos los tipos, tamaños y orígenes. Allí descubrí que las harpías, unos monstruos de la mitología griega con cuerpo de pájaro y cabeza de mujer, dieron el nombre a dos águilas distintas. El significado literal de harpía es "el que arrebata", ya que estos monstruos se dedicaban a robarle la comida a Fineo, y seguramente estaban inspirados en algún ave de presa -que son aquellas que tienen por hábito encontrar presas desde el aire y arrebatarlas del suelo- real. Las águilas entran dentro de esta categoría y dos de ellas, la harpía (Harpia harpyja) y el águila harpía de Nueva Guinea (Harpyopsis novaeguineae) reciben su nombre de esos seres mitológicos.

Como dice el dicho, todos los días se aprende algo nuevo. Especialmente en los museos.

martes, 5 de noviembre de 2013

Como si no hubiera dicho nada

Hace ya casi tres meses escribía sobre los dichos del Padre Ignacio en relación a la explosión de un edificio en Rosario y la posibilidad -seguridad, según él- de que una de las víctimas finalmente hallada muerta se encontrara con vida y a salvo, lejos del lugar del siniestro. Como era de esperarse, en todo este tiempo no hubo ninguna repercusión en los medios locales, que lo adoran con reverencia y sólo se hacen eco de sus apariciones mediáticas cuando le son favorables.

Ignacio tiene demasiados seguidores y muchos buenos contactos en los medios y en la política, así que es difícil que alguien le vaya a exigir que rinda cuentas cuando sus predicciones fallan (en realidad, que fallen o no no debería importar). Por el contrario, podemos estar seguros de que, de haberse cumplido su predicción, como mínimo lo hubieran hecho inmigrante ilustre otra vez.
 
En otro post reciente hablábamos de la historia de la Tabla Ouija, y recordábamos que las religiones suelen rechazar a los profetas, videntes y sanadores, porque según sus doctrinas esos dones son exclusivos de sus dioses. Sin embargo, algunos charlatanes como Peries, que a pesar de prometer sanaciones mágicas y afirmar tener visiones imposibles fue recibido recientemente por el Papa, parecen ser la excepción. Así que el encuentro entre Ignacio y Jorge Mario me hizo preguntarme, ¿cual es realmente la diferencia entre ellos? Al fin y al cabo, ambos dicen tener amigos invisibles...

lunes, 9 de septiembre de 2013

Invitación al Círculo Escéptico Argentino

El CEA los invita a participar y difundir sus actividades:


Nos tomamos el atrevimiento de comunicarnos con ustedes por este medio para invitarlos a participar del Círculo Escéptico Argentino.

Si están interesados en difundir el pensamiento crítico, el escepticismo y la ciencia, para así combatir la expansión de pseudociencias, el pensamiento mágico y las creencias sin fundamento, es posible que les interese integrarse a nuestro grupo.

El pensamiento crítico y el escepticismo son herramientas fundamentales tanto para conocer y comprender el mundo en que vivimos, como para ayudarnos a distinguir aquello que es cierto de lo que no lo es. Es por esto que creemos que deben estar al alcance de todos para el buen funcionamiento de una sociedad, ya que sin la capacidad o la libertad de pensar críticamente, estaríamos a merced de todo tipo de charlatanes que pretenden vendernos soluciones falsas, curas milagrosas, tratamientos mágicos o que buscan engañarnos o manipularnos para conseguir sus propósitos.

Nuestros objetivos principales son dos: divulgar las herramientas del escepticismo y el pensamiento crítico, y denunciar a quienes se aprovechan del desconocimiento de las personas con mentiras que les hacen tomar decisiones irracionales y potencialmente dañinas.

La principal función del CEA es la de ofrecer un punto de encuentro para quienes aman el pensamiento crítico y las buenas discusiones y creen que nada debe estar exento de duda razonable. Para eso tenemos un foro, organizamos reuniones periódicas en distintas ciudades del país, eventos y charlas de difusión, y promovemos una serie de blogs que publican artículos sobre estos temas. Cualquiera puede unirse y proponer actividades, sugerir temas de debate, pedir material de consulta o compartir opiniones.

Página oficial: http://circuloesceptico.com.ar
Foro de debate: http://circuloesceptico.com.ar/foros/
FanPage en Facebook: https://www.facebook.com/circuloesceptico
 
Les pedimos que, si están interesados en difundir el escepticismo en nuestro país, compartan con sus amigos y en redes sociales esta invitación a participar del grupo. 

¡Muchísimas gracias!

viernes, 6 de septiembre de 2013

Forros contra los forros

Sinskey - Quienquiera que sea usted, sabe perfectamente bien que la OMS se toma la superpoblación muy en serio. Hace poco, hemos gastado millones de dólares en enviar médicos a África para que repartan preservativos de manera gratuita y eduquen a la gente sobre la importancia del control de natalidad.
Zobrist - ¡Ah, sí! -dijo el hombre alto en tono burlón-. Y un ejército todavía más grande de misioneros católicos ha ido detrás para decirles a los africanos que si usan condones irán al infierno. Ahora África tiene un nuevo problema medioambiental: vertederos llenos de condones sin usar.

                                                                                              ...

Sinskey - El Vaticano me odia.
Langdon la miró sorprendido.
Langdon - ¿A usted también? Creía que era el único.
Ella sonrió con tristeza.
Sinskey - La OMS opina que el acceso generalizado a los métodos anticonceptivos es una de las claves de la salud mundial, tanto para combatir enfermedades de transmisión sexual, como el caso del SIDA, como para el control de la población.
Langdon - Y el Vaticano no está de acuerdo.
Sinskey - Así es. Gastan enormes cantidades de energía y dinero en adoctrinar a países del Tercer Mundo sobre las maldades de la contracepción.
Langdon - Claro -dijo Langdon con una sonrisa de complicidad-. ¿Quién mejor que un grupo de octogenarios célibes puede decirle al mundo cómo debe practicar sexo?

Los diálogos fueron tomados de la novela Inferno, de Dan Brown.

domingo, 11 de agosto de 2013

La irresponsabilidad de los charlatanes

El ilustre manochanta de Rosario, el Padre Ignacio, ha perdido toda vergüenza y todo sentido de prudencia y responsabilidad. Es que, como todo charlatán experimentado sabe, descubrió que puede decir lo que quiera, si lo hace alzando los brazos e invocando algún poder "superior" o "divino". Ya no se conforma con "adivinar" enfermedades y prometer sanaciones; ya no tiene suficiente con arriesgar resultados deportivos; ahora también juega con los sentimientos y esperanzas de las personas más desesperadas.

Para quienes no estén al tanto, el martes pasado, en esta ciudad, un edificio prácticamente explotó a causa de un gran escape de gas en su planta baja. Hasta el momento de escribir esta nota, se cuentan oficialmente 15 personas fallecidas, 6 desaparecidas y 10 que siguen internadas (inicialmente fueron más de 60).

Algunos de los sobrevivientes relataron que el escape de gas era tan fuerte que hacía un sonido semejante al de la turbina de avión. A los pocos minutos, explotó todo. El edificio en cuestión constaba de tres torres, una de las cuales -la del medio, de nueve pisos- se derrumbó por completo. Las otras dos corren serio riesgo de derrumbarse y de todas formas deberán ser demolidas a futuro. Los edificios aledaños y cercanos también sufrieron graves daños. Cientos de personas ya no podrán volver a sus casas y muchas de ellas perdieron todo lo que tenían. Que yo sepa, en Rosario nunca había pasado algo parecido.

La demora de la empresa distribuidora en cerrar el paso del gas -dos horas desde la explosión- posiblemente dificultó o retrasó las tareas inmediatas de rescate, ya que las primeras plantas seguían en llamas. Mientras las víctimas eran socorridas, se determinó un área de exclusión sonora, un cordón de unas dos cuadras de radio, dentro de la cual no pueden acceder vehículos. Esto es para facilitar el paso de ambulancias y para que los rescatistas, utilizando sondas y perros entrenados, puedan intentar escuchar sonidos que indiquen si hay personas atrapadas. Esta prohibición fue violada sólo cuando, al día siguiente, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner fue al lugar con su comitiva. Incluso quiso caminar sobre los escombros, por lo que las tareas de rescate debieron ser suspendidas, aunque sólo fuera por unos minutos.

El Papa no tardó más que CFK en hacer llegar sus condolencias, en su caso en la forma de una carta enviada al arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, quien en seguida la hizo pública durante la misa de San Cayetano. Tanto Mollaghan como el rabino Daniel Dolinski se acercaron, sin séquito ni alharaca, hay que decirlo, a ofrecer a los damnificados su ayuda y la de las instituciones a las que representan.

A través de los medios, buena parte del país sigue minuto a minuto lo que pasa en Rosario, donde la solidaridad abundó. Todas las expectativas fueron largamente superadas a la hora de solicitar dadores de sangre para los heridos, comida y abrigo para los rescatistas y ayuda para quienes ya no tienen casa y para los que siguen esperando la aparición de algún ser querido.

Pero, volviendo al tema, el Padre Ignacio fue otro cantar. Casi desde el primer momento se dijo que existe la posibilidad de que algunas de las personas que siguen desaparecidas hayan logrado salir del edificio luego de la explosión, ya sea por sus propios medios o con ayuda, y que no hayan sido ingresadas en ningún hospital, sino que se encuentren en algún lugar en estado de shock. Una de estas personas aún desaparecidas es Santiago Laguía, a quien, aparentemente, uno de los rescatistas habría sacado vivo del lugar. Su familia y amigos lo buscan desesperadamente por todas partes. Hay carteles con su imagen por toda la zona y su cara está en todas las redes sociales.

El jueves, parte de su familia fue a rezar a la iglesia Natividad del Señor, esperando poder hablar con el padre Ignacio. Su madre cuenta que éste los reconoció (muy posiblemente gracias a una ayudante que ya los conocía de Pergamino, su ciudad de origen) y los hizo acercarse. Sin la menor prudencia, Peries les dijo que Santiago "está con vida, que él puede sentir los latidos de su corazón, que puede estar shockeado o mareado" y les indicó que lo busquen específicamente en "las zonas verdes de la ciudad". Desde entonces, familia y amigos lo buscan en las plazas y parques.

Lo que hizo el Padre Ignacio sólo tiene un nombre: dar falsas esperanzas. Ojalá que Santiago esté con vida, pero eso no hay forma de que Peries lo sepa. Quienes dijeron que podría haber personas en estado de shock fueron los profesionales, no un charlatán que pretende convencernos de que tiene algún tipo de poderes telepáticos. Él tomó esa posibilidad y jugó sus cartas; hizo su apuesta. Si Santiago aparece con vida (y ojalá así sea), toda la ciudad lo idolatrará. Sus palabras serán más recordadas que la carta del Papa o la ayuda desinteresada prestada por tantas personas e instituciones. Será el "Padre Milagroso". Si su predicción falla, seremos pocos quienes lo recordaremos. Porque, como todo charlatán sabe, la gente se olvida rápidamente de las predicciones fallidas. En cuanto a los medios locales, que lo adoran, podemos estar seguros de que no se ocuparán del tema con la objetividad que merece.

No conforme todavía, Peries fue esa noche a la zona del accidente, se subió a un edificio cercano a los escombros acompañado de algunos bomberos y desde lo alto arrojó medallitas de su iglesia. Acá cabe destacar lo irresponsable de permitirle el ingreso a la zona y, más aún, subir a un edificio que podía estar en peligro de derrumbarse, además de la falta de consideración: una cosa es rezar en su iglesia y otra es interrumpir el trabajo de rescate para tirar sus medallitas sobre escombros y rescatistas. ¿Alguien le dio permiso? ¿Alguien fue consultado sobre la conveniencia de hacer algo así?
Algún día, los ciudadanos dejarán de admirar a estos farsantes y los verán como lo que realmente son: timadores de la peor calaña, que se abusan de la necesidad y la desesperación de las personas. Ésa es mi predicción (y mi deseo).


Actualización (12/08/2013, 21:45):
Hace apenas un par de horas fueron encontradas las últimas dos personas que faltaban, lamentablemente sin vida. Una de ellas es Santiago Laguía.

viernes, 2 de agosto de 2013

El engaño de la Tabla Ouija

¿Qué es la Tabla Ouija? Empecemos por lo que no es: no es tan antigua. Fue patentada en 1890 por Elijah Bond, un inventor de Maryland, Estados Unidos. Su intención fue crear un juego de mesa en el que los participantes anotaban las letras que uno de ellos iba señalando y así formaban frases, poemas o lo que fuera. Después de pasar por otras manos, esa misma patente hoy pertenece a Hasbro, la misma empresa que vende muñecos de juguete y juegos de mesa. Eso ya lo dice todo, ¿no?

Lápida que le hicieron a Bond en 2008 y la patente de la Tabla Ouija.
La Tabla Ouija podría haber seguido siendo sólo un juego si entre 1912 y 1914 una mujer llamada Pearl Curran no hubiera jurado que mientras jugaba con una amiga y vecina, se le presentó un espíritu y se le puso a charlar. Según su versión, que nunca pudo ser corroborada, se trataba de Patience Worth, una mujer inglesa que había muerto en 1964. Es interesante notar que el nombre tiene un posible significado en inglés: algo así como "la paciencia vale la pena". Pearl Curran quería ser cantante, pasó por varios trabajos y hasta ese momento tenía poco dinero propio. Pero desde que empezaron sus "conversaciones" con Worth, escribieron "juntas" varios cuentos e incluso algunos libros, lo que la ayudó bastante económicamente. Esa es, al menos, la versión de Curran. La mía tiene más que ver con su apellido.
 
En fin, la Tabla se fue transformando en algo más que un juego. Espiritistas de Europa y América la usaban -y siguen usando- para sus "sesiones", en las que aseguran a los crédulos que pueden contactarse con los muertos. El juego pasó a ser un instrumento para que charlatanes puedan abusarse de gente desesperada.

También surgió un creciente miedo al uso de la Ouija: aún hoy se corre el rumor de que en las condiciones adecuadas y diciendo las palabras correctas se puede usar la Tabla para invocar a los espíritus y hacer que éstos puedan “cruzarse a este lado”. ¡Oh, no! Pero por suerte, en lugar del Chapulín Colorado, está el bueno de Carl Sagan para seguir ayudándonos, más de 16 años después de su muerte: "Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria." Y no hay la más mínima evidencia de que la Tabla Ouija -o su versión casera local, el juego de la copa- sean otra cosa que un juego o un engaño, según quién las use.

La Tabla puede tener su origen en la llamada Escritura Automática, otro engaño anterior usado por los médiums en la época victoriana. En este caso no había un abecedario cuyas letras un puntero iba señalando, sino que el puntero era en realidad una planchuela con rueditas que tenía un agujero con un lápiz que lo atravesaba. El médium apoyaba sus manos en ella y el lápiz escribía o dibujaba a medida que la movía. Claro que él decía que eran los espíritus los que le movían las manos.

Siempre que haya un médium o espiritista de por medio, podemos estar seguros de que se trata de un engaño pensado para sacarle dinero a los desprevenidos. Pero, ¿qué pasa cuando la "sesión" sólo se lleva a cabo entre amigos? Sólo hay dos posibilidades: la primera y más obvia es que alguno de los participantes esté engañando o gastando una broma a los demás. Si él es el único con las manos sobre el puntero o la copa, sólo tiene que señalar a donde quiera. Si todos los participantes lo están tocando, nada más tendrá que hacer un poco más de fuerza. Recordemos que según las instrucciones del juego, sólo hay que tocar el puntero o copa levemente y, si se mueve, dejarse llevar.

La otra posibilidad involucra al efecto ideomotor. Esto ocurre cuando una persona, inconscientemente, mueve un músculo o parte de su cuerpo por efecto de una gran sugestión. Si tememos a los fantasmas, soñamos con ellos; si tememos a los tiburones, soñamos con tiburones. Si estamos convencidos de que el puntero va a deletrear M-U-E-R-T-E, la sugestión puede ser tan grande que nos haga moverlo hacia esas letras. Involuntariamente, lo llevamos hacia ellas. Esa misma sugestión es la que puede traer aparejada una crisis nerviosa, como le sucedió hace pocas semanas a una chica entreriana. A pesar de que los medios locales lo llamen "trance" en sus titulares.

Desde que alguien dijo "fantasmas", "espíritus" o "más allá", las religiones tuvieron algo que opinar al respecto. En este caso, siempre han criticado fuertemente cualquier medio usado para contactar a los fallecidos. Quizá por temor a perder el monopolio sobre la vida y la muerte, sobre el más acá y el más allá. El cristianismo, por ejemplo, condena todo lo que tenga que ver con el espiritismo, la adivinación y la magia en general, incluida la astrología, el tarot, las bolas de cristal y las Tablas Ouijas. Tanto comunicarse con los muertos como ver el futuro, dice esa religión, “está reservado sólo para Dios”. Islam y judaísmo opinan algo parecido al respecto. 

A pesar de todo esto -de que la ciencia diga que es imposible y de que las religiones digan que sólo Dios puede hacerlo-, la gran mayoría de las personas creen que estas y otras "formas de comunicarse con los muertos" son reales. Aunque la etiqueta de la caja sea la misma que la de los muñequitos de He-Man o el Monopoly.

jueves, 1 de agosto de 2013

El mismo homofóbico con piel de progresista

Durante su estadía en Brasil, y que fuera pagada por todos los brasileños, los medios, y especialmente los de Argentina, se ocuparon de multiplicar cada una de las palabras de Francisco I (el artista anteriormente conocido como Jorge Mario Bergoglio). Una de las frases que más repercusiones tuvo surgió en una rueda de prensa en su vati-avión, durante el viaje de regreso: “¿Quién soy yo para juzgar a los gays?”, se supone que dijo al responder a una pregunta referida al lobby gay en el Vaticano. Pero en realidad la frase fue recortada en la mayoría de las versiones gráficas. Las preguntas y respuestas completas pueden encontrarse en la página de aciprensa (para que no digan que está sacado de alguna web atea), Frankie respondió:

Francisco I
“[…] Luego usted hablaba del lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. [..]”
En primer lugar, parece como si hacer lobby fuera algo malísimo. Esto no es necesariamente así. En los países democráticos forma parte del “juego” de la política y Jorge Mario lo sabe muy bien. Dice que ningún lobby es bueno, pero en cada país en el que se encuentra representada, la Iglesia Católica prácticamente vive del lobby. El ahora Vicario de Cristo en la tierra, sin ir más lejos, hizo lobby (y mucho) contra el matrimonio homosexual. Y lo sigue haciendo hoy.

Jorge dice que él no es quién para criticar a una persona gay, pero en la frase completa vemos que aclara que esto es si -y sólo si, podemos suponer- esta persona, primero, busca al Señor y, segundo, tiene buena voluntad. ¿Significa que sí la criticará si no es católica, si es de otra fe o atea? Parecería que ser católico es requisito para que alguien pueda ser gay. Por otro lado, cuando uno dice “una persona de buena voluntad” suele referirse a alguien que es una buena persona (algo que primero habría que definir bien). Así que parece que ser buena persona es también un requisito para que Jorge te deje ser gay sin criticarte. Si hay quienes creen que los gays son malas personas, es gracias a frases como estas, proferidas por homofóbicos como este.

Traducido al castellano, sería algo así: si sos de mi misma religión y me parecés un buen tipo, podés ser gay y no te voy a criticar, aunque te voy a seguir tratando con la misma condescendencia que a alguien que padezca alguna enfermedad o algún tipo de impedimento. Y vamos ahacer lo posible para que te cures.

¿Y qué es entonces lo que dice el catecismo católico sobre los homosexuales? Que son unos desviados y que deben reprimirse sexualmente y rezar y rezar y rezar y rezar hasta que dejen de serlo. Ajá. Un psicólogo por allá, por favor. O, mejor, muchos.

No, Bergoglio no es progresista. No vino a cambiar nada, sólo a darle un poco de mejor imagen a la Iglesia, al menos a los ojos de la prensa crédula, ávida de titulares. Él, su religión y buena parte de su rebaño siguen siendo los mismos homofóbicos que hace dos mil años.

lunes, 29 de julio de 2013

La mujer que escribió Frankenstein, de Esther Cross

Si bien Frankenstein (cuyo título completo es Frankenstein o el moderno Prometeo) me pareció bastante aburrido y no me causó la mejor de las impresiones, leí el libro de Esther Cross sobre su autora porque me interesaba el relato de la época. La mujer que escribió Frankenstein me llamó la atención lo suficiente para leerlo, pero me pareció mal escrito, desordenado y repetitivo. Sin embargo, vale la pena leerlo por la descripción de la época.
 
Mary Shelley y su círculo íntimo de amistades vivieron en varias ciudades de Europa en el período entre pre victoriano y victoriano. El libro, casi biográfico, narra por un lado la historia de los romances y desgracias en su vida y, por el otro -la parte que me resultó más interesante-, describe cómo eran esos años en los que las pestes y plagas asolaban a las poblaciones y la todavía inmadura medicina no daba abasto ni tenía las herramientas necesarias para dar pelea.
 
La idea de que las enfermedades eran causadas por algo era impensada, así que sólo se atacaban los síntomas: para problemas en la sangre, se hacían sangrados practicando incisiones o usando sanguijuelas; contra las fiebres se usaban baños calientes o helados; casi toda dolencia intestinal se trataba con purgas y lavajes. Algunas técnicas se usaban porque estaban de moda, no porque se supiera que curaban algo. A veces lo que estaba de moda era un determinado médico, y lo que él dijera se hacía sin cuestionamientos.

Al no haber sido descubierta aún la anestesia, las cirugías debían hacerse en tiempo récord mientras el paciente gritaba como loco. Para poder lograrlo, los cirujanos necesitaban tener un conocimiento detallado de la anatomía humana, y eso sólo era posible con mucha práctica. Pero la mayoría de las personas no donaban sus cuerpos a las facultades de medicina, así que los medicos se veían forzados a recurrir y tratar con los ladrones de cadáveres, que rondaban los cementerios en busca de tumbas recién excavadas para profanar y "sujetos" para venderles.

En ese ambiente, escritores como Poe, Lovecraft, Stoker, Doyle y Shelley concibieron los cuentos de horror y misterio más famosos de la historia. El monstruo de Frankenstein es un reflejo exacto de esa época.

No es una protesta, es vandalismo.

Algunos de los destrozos causados
Lo de la semana pasada en Santiago fue vergonzoso y deplorable. Resumiendo, en Chile el aborto sigue estando prohibido en cualquier caso, incluso si se trata de una niña de ¡11 años! que fue violada por su padrastro, gracias a una ley de la dictadura de Pinochet que ya tiene más de 24 años y que ningún gobierno ha logrado (o querido) cambiar.
 
Soy el primero en entender que esto es atroz, que no puede ni debe seguir siendo así, y las voces de los mal llamados pro-vida me llenan de indignación, al igual que leer la noticia (y los comentarios) en los sitios de noticias católicos. Pero las posturas se defienden con argumentos, no con agresiones y mucho menos con violencia, que por otro lado sólo logra que los socios del club del libro único se sigan victimizando y usando justificaciones falaces para negar a las mujeres el derecho a decidir. Ahora pueden decir "¿Ven? Los abortistas y los ateos son unos violentos, unos inadaptados."

Las leyes antiaborto no pueden ser excusa para que un grupo de gente a entre a una Catedral (o a donde sea) y se ponga a gritar obscenidades y hacer todo tipo de destrozos. Quienes se encontraban allí en ese momento no tenían porqué ser testigos de semejante barbarie. Es esperable que hayan temido por su seguridad y estarían en todo su derecho, al igual que el resto de la comunidad católica y los ciudadanos chilenos, de sentirse indignados.

Por otro lado, ir a pedirle a la Iglesia que deje de meterse en la vida de los demás o que cambie su postura frente al aborto es pedirle peras al olmo. Es inútil. En todo caso, el lugar correcto para las protestas -pacíficas- sería frente al Ministerio de Salud, el Congreso Nacional o la Corte de Justicia. Y el reclamo debe ser claro y conciso: la separación total del Estado y la religión.

viernes, 12 de julio de 2013

Me permito contestar…

… un artículo que acabo de leer en una revista mensual distribuida por la organización jasídica Jabad Lubavitch de Rosario. En él, una señora -religiosa, haríamos bien en suponer, ya veremos por qué- cuenta dos anécdotas en una. Primero, cuenta que una mañana se le hizo tarde para salir de su casa y perdió el primero de dos colectivos (tenía que hacer un transbordo) y seguramente iba a llegar tarde a su destino. Pero en lugar de preocuparse, decidió que ella había hecho “todo esfuerzo posible para ser puntual. Si llego tarde, es cosa de D-os. Si ésta es la manera como Él quiere que sea, así es como será.” Así que se sacó el reloj para no estar mirándolo todo el tiempo y se dejó llevar, como se suele decir. Sorprendentemente, el siguiente colectivo llegó en seguida y su conductor iba bastante apurado, por lo que finalmente llegó temprano a donde debía ir. La conclusión que la autora saca de todo esto fue “¡Estoy tan contenta por haber decidido dejar conducir el vehículo a D-os; hace tan bien su trabajo!”

Esta reflexión me recordó a lo que decía Sam Harris sobre los sobrevivientes de desastres naturales que se sienten agradecidos a sus dioses por haberlos salvado, ajenos al egoísmo y egocentrismo que ese pensamiento supone. Lo que esta señora dice, básicamente, es que ese ser supremo que ella cree que creó todo primero la hizo llegar tarde a la parada del autobús para después, cuando ella decidió no preocuparse, hacer que el colectivero siguiente se pusiera a manejar como piloto de Fórmula 1, de forma que ella pudiera llegar temprano a sus actividades. La señora parece ser de esos creyentes que siguen convencidos de que el mundo entero gira alrededor de ellos. Si le preguntáramos por qué su dios haría toda esa maniobra -o, ya que estamos, por qué hace cualquier cosa- y obtendremos el consabido “Él sabrá” o alguna de sus muchas variantes ("tiene un plan que sólo Él conoce", "actúa de maneras misteriosas", etc). Lo mismo si le preguntáramos por qué ese dios crea esos desastres naturales, matando a miles de personas para después salvar a unas pocas. El motivo no importa o podemos inventarlo en el camino, lo que importa es ver en cualquier cosa cotidiana una reafirmación de la fe (la propia, claro, no la de otros). Si el conductor le hubiera explicado a la señora a qué se debía su apuro, ella habría contestado que eso también era voluntad divina. La mente del creyente encuentra respuesta para todo.

La segunda parte de la historia ocurre dentro del colectivo. Sube un grupo de chicos que “parecían ser alumnos de 7º u 8º grado” y uno de ellos propone al resto ir a comer hamburguesas con queso. ¡Horror! ¡Mezclar carne con lácteos! La buena mujer debía intervenir y evitar semejante atrocidad. Así que con mucha amabilidad (y la infaltable condescendencia de los religiosos) se dirige al joven y le pregunta si se puede ver la fuerza de gravedad. Como la respuesta es obviamente negativa, la mujer observa “que algo que ni siquiera podemos ver nos controla a nosotros y al mundo entero.” ¿Qué a qué vino eso? Bueno, ahí vamos. Después, le habla al pobre chico que sólo quería comer una cheese burger sobre el microscopio más pequeño del mundo según el libro Guinness de 1992 y sobre cómo podía “magnificar al tamaño de un electrón!” Y entonces concluye: “Quizás llegue un día cuando haya algún tipo de microscopio espiritual. Entonces podremos ver qué terrible daño se perpetra al alma judía si se come carne y leche juntos.” Como todo estaba coordinado con el de arriba, justo en ese momento el colectivo llegaba a la parada y la señora se baja, no sin antes recomendarles a los atónitos chicos estudiar los textos sagrados. Estaba muy contenta de haberles enseñado una lección, haciendo así su buena obra del día.

Pasemos de largo la falacia sobre la gravedad y las imprecisiones respecto de los microscopios y los electrones. Lo que me interesa es la parte donde, cliché religioso si los hay, cae en el "qué pasaría si" al sugerir que uno debe mantener kashrut por si acaso algún día se comprueba que de no hacerlo se estaría dañando al alma. Me resulta inconcebible que alguien rija su vida en base al “por si acaso”, pero es sorprendente cuántos lo hacen. En cuanto a la señora metiche, no sé si me molestó más su insolencia al decir a otros, especialmente niños, lo que deben o no deben comer -siempre según su propia creencia, que a lo mejor ni ellos ni sus padres comparten-, o la seguridad con la que les afirmó que existe tal cosa como el alma y en particular el alma judía como distinta de la de otras etnias. O quizás lo que menos me gustó fue que les recomendase avocarse a los estudios religiosos. ¿Con qué derecho las personas religiosas se meten en la vida de los demás y les dicen a chicos que no son suyos lo que deben o no deben hacer con sus vidas?

miércoles, 3 de julio de 2013

Los Borgia, de Mario Puzo

La historia de la familia Borgia es sumamente interesante, por eso el libro de Mario Puzo me decepcionó. No es entretenido y por momentos parece un simple relato de acontecimientos, uno tras otro, sin "ritmo". En otras partes, es hasta repetitivo. De todas formas, es un libro corto y fácil de leer que ilustra sobre la vida y obra de la que para su autor fue una de las primeras familias criminales de la historia, al estilo de las que protagonizaron sus anteriores novelas sobre la mafia italiana. Según su pareja, Puzo sostenía que "los Papas fueron los primeros 'Dons' y que, de ellos, Alejandro VI fue el Don más importante."

Ya sea porque se tomaba muy en serio la supuesta infalibilidad que conlleva el cargo de Vicario de Cristo o simplemente porque era un déspota, desde que fue coronado como el Papa número 214 Alejandro hizo uso de todas las artimañas habidas y por haber para mantener su poder por el mayor tiempo posible, a la vez que intentó unificar a todos los territorios de Italia, regidos entonces por señores feudales, reyes y obispos, bajo el dominio de la Iglesia Católica. A fuerza de espadas y cañones, claro.
Sin tapujos, Puzo narra cómo se elegían los pontífices en la época de Roderic Borja (alias Rodrigo Borgia, Alias Alejandro VI) y cual era la verdadera naturaleza de sus funciones que, lejos de ser sanctas, eran más bien idénticas a las de un rey, un emperador u otro monarca. Designaban cardenales a conveniencia, comandaban a los ejércitos pontificios -tanto para defender a Roma de ataques de invasores como para asediar y conquistar nuevos terrenos, palacios y fortalezas "para la mayor gloria de Roma"- y casaban a sus hijos e hijas con los de otros monarcas para sellar relaciones mutuamente beneficiosas. Más de un Papa, Borgia entre ellos, directamente ordenó torturar y asesinar a enemigos y opositores y era habitual el uso de las bulas papales, las bendiciones y las excomuniones como moneda de cambio en las negociaciones.

Titulado originalmente The Family (la familia), Los Borgia se centra en las relaciones dentro y fuera de la familia Borgia, sus esposas, amantes, concubinas y sobre todo en el amor entre los hermanos César y Lucrecia. Hay celos, traiciones, odios, venganzas y mucha violencia. Este fue el último libro que escribió Puzo antes de morir. Como había quedado inconcluso, fue completado por su secretaria y compañera, la escritora Carol Gino, en colaboracion con el historiador Bertram Fields.

sábado, 29 de junio de 2013

Dios no es bueno, de Christopher Hitchens

Tuve el gusto de leer Dios no es bueno hace unos meses y puedo decir que es uno de los mejores libros de no ficción que leí en años. Se lo recomiendo tanto al que quiera empezar a conocer algunos de los daños que desde hace milenios causan las religiones a los seres humanos, como así también a quien ya haya leído otras cosas y quiera profundizar en el tema. En lo posible, aconsejo buscarlo en su idioma original. Por un lado, porque en las traducciones que hojeé vi algunas diferencias importantes. Por el otro, porque quien lea en inglés va a disfrutar de todas las florituras que el autor usa y que generalmente en las traducciones se pierden o no tienen el mismo sentido. Un libro excelentemente escrito y que, sin un solo párrafo que no valga la pena leer, mantiene el interés del lector en todo momento. Como me dijo un amigo, “abrilo en cualquier página al azar y seguro te vas a encontrar con algo interesante.”
 
Dios no es bueno no es un libro de teología, así que quien busque un debate sobre la existencia o inexistencia de dioses y seres sobrenaturales se verá decepcionado. Más bien, trata sobre los efectos de las religiones en el mundo, desde épocas remotas hasta el presente e incluso abre algún debate sobre qué clase de futuro nos espera si seguimos “respetando” las creencias religiosas.

Para empezar, Hitchens cuenta un poco sobre sí mismo, su educación y su relación personal con algunas religiones. Sigue con experiencias que vivió en distintos países y narra segmentos de conferencias y entrevistas de las que participó.

Continúa con una exposición de los efectos nocivos que tienen las religiones sobre la salud, al condenar el uso de preservativos, denostar la utilización de vacunas contra enfermedades de transmisión sexual, demonizar el aborto, prohibir la educación sexual o permitir el contagio de bebés con herpes al fomentar la circuncisión ritual, por ejemplo. Podríamos agregar en esta categoría a las torturas de "herejes", las quemas de "brujas" y los innumerables suicidios de personas que creían que se avecinaba el temido Apocalipsis.
 
Luego, a través del análisis de algunos de los textos sagrados de las principales religiones del mundo, como el Antiguo y el Nuevo Testamento y el Corán, expuestos como meras fantasías de mentes que vivieron en la Edad de Bronce mezcladas con segmentos lisa y llanamente inventados con posterioridad, el autor demuestra cómo creer en todos esos mitos, leyendas y mentiras ha generado a lo largo de la historia -y lo sigue haciendo- incontables guerras, odio, discriminación, muerte y atraso cultural y tecnológico. Después de leer estas secciones, queda claro que en ningún caso se trata de “religiones de paz y amor”, como suelen presentase a sí mismas.

En otro capítulo, un tanto más tragicómico por lo increíble que resulta la historia, se relata el surgimiento del mormonismo, y es ahí mismo donde vemos con claridad cómo se puede construir una religión completa casi desde cero, tomando partes “prestadas” de otras religiones e inventando el resto y lograr fácilmente que millones de personas la sigan.

Finalmente, Hitchens centra su análisis en cuestiones fundamentales: ¿son buenas las religiones? ¿Hacen que las personas sean mejores? ¿Han servido para hacer bien o mal al mundo a lo largo de la historia? ¿Es correcto enseñarlas a los niños como verdades universales y doctrinas infalibles? ¿Es aceptable que los países sigan basando sus políticas internas y externas en creencias religiosas?

martes, 25 de junio de 2013

Gente que se mete en la cama de los demás (sin su permiso)

El principal origen de la aversión (no es en realidad una fobia, pero así se le llama) que sienten las personas homofóbicas (el otro es, obviamente, la doctrina de las religiones) es que -conscientemente o no- se "meten en la cama" de las parejas homosexuales. Es decir, se dedican a imaginarlos teniendo relaciones y, lógicamente, esa imagen les desagrada. Esto me lleva a preguntarme si esas personas van por la vida imaginando el sexo de todos los demás, de cada pareja que conocen o se les cruza por delante, juzgando si les gusta o les "calienta" o si merece su aprobación. Después, claro, vienen las excusas inventadas, algunas por ellos mismos y otras por esa enorme maquinaria de generación de propaganda antigay que son las iglesias católica y evangelista: que es antinatural, que es inmoral, que es incorrecto, que va en contra de los designios del Señor, que la Biblia está en contra, que la anatomía humana no fue "diseñada" para eso, etc. Pero el verdadero origen es simplemente que no les gusta. Y no entienden es que eso no tiene la menor importancia. A nadie tiene porqué importarle lo que a ellos les guste o no (algunos sí se dan cuenta de esto, y eso los enfurece aún más).

Que a una persona heterosexual le resulte desagradable el sexo homosexual es lógico y no tiene nada de raro ni de malo. Pero los homofóbicos van más allá y la sola existencia de dichas relaciones y de las personas homosexuales, les repugna, les asquea. También los llena de indignación cuando las sociedades o sus instituciones reconocen a esas personas sus legítimos derechos, como el matrimonio o la posibilidad de adoptar hijos. Si pudieran, los mandarían a vivir a todos encerrados en algún guetto o isla o detrás de una cerca electrificada. Si pudieran, los obligarían a someterse a todo tipo de pseudo tratamientos para curarles sus "desviaciones". ¿Qué otra cosa harían, si pudieran? ¿Los esperarían a la salida de la escuela o de un boliche para enseñarles a ser "normales" a fuerza de golpes, violarían a los gays "a ver si les gusta" y a las lesbianas para enseñarles "cómo debe actuar una mujer"? ¿Los golpearían hasta matarlos? Sí, muchos de ellos lo harían, y muchos ya lo hicieron.

Es que además del desagrado que les causan las relaciones homosexuales, los homofóbicos sienten un miedo totalmente irracional a que se trate de algo contagioso que pueda "homosexualizarlos", o a que los homosexuales los agarren y los violen. Esa combinación de repugnancia y miedo irracional los lleva a negarles a personas de carne y hueso que no pueden contagiarlos de su homosexualidad ni tienen la menor intención de violarlos, sus derechos más básicos, como la salud, el trabajo, el matrimonio o la posibilidad de adoptar hijos (y algunos también les negarían la libertad o incluso la vida). Personas que no les dieron permiso, en primer lugar, para meterse en la cama con ellos.

viernes, 21 de junio de 2013

El murciélago y la cruz

El símbolo de Batman de 1989
Tiempo atrás dediqué un post a comparar el Batman viejo y el nuevo, es decir, el film de Tim Burton de 1989 y el de Christopher Nolan de 2005. Una pequeña diferencia que dejé para otro momento es ni más ni menos que internet. Antes de la época de la www, los productores de la primera recurrieron a la estrategia publicitaria de masificar el símbolo de Batman. Es así que por esos días podíamos ver el logo amarillo y negro hasta en la sopa: mochilas, remeras, billeteras, CDs, revistas y un largo etcétera. Recuerdo que poco antes del estreno se difundían los resultados de encuestas que mostraban al emblema del murciélago entre los símbolos más reconocibles en todo el mundo. Otro de ellos, a la cabeza de la lista, era la cruz cristiana. 
Un Cristo bastante sangriento
La forma del murciélago tenía por objetivo infundir miedo a los criminales. La cruz, el símbolo que más popularmente identifica a la religión con más seguidores en el mundo, no provocaba originalmente menos temor: su imagen representa -no creo que ningún lector lo ignore- uno de los instrumentos de tortura más crueles que la mente humana haya concebido, utilizado por persas, asirios y posteriormente romanos. Éstos últimos la usaron para castigar de forma ejemplar a esclavos, criminales, soldados capturados y otros enemigos de Roma, hasta que Constantino (sí, el mismo emperador que impuso al cristianismo como religión oficial del imperio, en parte por motivos políticos y en parte para no tener que asesinar a su propia madre) decidió abolir su uso. De todas formas, no es que a los romanos les faltaran formas de matar personas (y más adelante el catolicismo medieval fue aun más inventivo).

Al igual que las naciones, las religiones siempre han usado emblemas para diferenciarse unas de otras. También les sirven -a las religiones- para masificar sus doctrinas e identificar a sus fieles, así como para amedrentar no sólo a sus enemigos, sino también a sus seguidores cuando no se comportan como deben. La espantosa imagen del Cristo torturado y moribundo clavado en la cruz es un recordatorio permanente no sólo de lo que (según el catecismo) él sufrió por nosotros, sino también del tipo de dolor que nos puede esperar si le damos la espalda a su fe y terminamos en el Infierno.

Si bien el miedo (no a la muerte -que los creyentes suelen más bien ansiar-, sino a perder su lugar en el Cielo, a la condena eterna de su alma inmortal en el Infierno y, por ende, al dolor físico que allí suponen que sufrirían eternamente, a pesar de no tener cuerpo) es la base misma de su fe, no todos los cristianos reconocen este hecho e insisten en que se trata de una religión inspirada por -y dedicada a- la paz y el amor fraternal (esto es común a todas las religiones; ninguna reconoce el daño que causa), y que eso es lo que representa la cruz. Sin embargo, basta recordar las Cruzadas, la Inquisición y todas las “guerras santas” para imaginar el terror que su visión debía haber provocado (*). En aquellos casos, los atemorizados eran los infieles (otra forma de decir no cristianos) y herejes (otra forma de decir aquellos que desafiaban las doctrinas cristianas, aunque en esa categoría era común que cayera algún inocente de ese crimen que, para su desgracia, había enemistado a la persona equivocada), que eran torturados y muertos o quemados vivos públicamente. Hoy, como la Iglesia no puede (más por una cuestión de imagen que por falta de ganas, estoy seguro) seguir con esas prácticas, este temor es reservado para todos aquellos que pequen, que no es más que otra forma de decir todos aquellos que no vivan sus vidas de acuerdo a los caprichos de esa religión y sus representantes terrenos. 
"Si Jesús hubiera muerto en la silla eléctrica"
¿Habrá imaginado alguna de las incontables víctimas del staurós que pequeñas versiones a escala del mismo algún día serían llevadas por las personas en pulseras, collares, tatuajes, remeras y un larguísimo etcétera, no sólo como objeto de culto, sino también como suvenires o como simple decoración? ¿Que sería una moda, un objeto de merchandising que bien podría ser parte de la promoción de una película? ¿Tendrán en cuenta quienes cuelgan esa imagen morbosa en los espejos de sus autos o en las paredes sobre sus camas e incluso en las habitaciones de sus niños o en los hospitales, que la cruz se usaba para asesinar gente por medio de una agonía terrible que podía durar varios días? Puedo imaginar dijes y rosarios con forma de ruedas o toros (otros instrumentos medievales usados para infligir dolor) pero, si a Jesús lo hubieran -siempre según el cuento bíblico- torturado y asesinado en un potro, ¿llevarían colgada sus seguidores de hoy la figura de una mesa de tortura? Yo supongo que sí. Y sería igual de lamentable. 
Es digna de mencionarse también la ironía de que, mientras que la existencia de Jesús nunca fue demostrada y pocos creyentes la cuestionan, el uso del “madero de tormento” para torturar y asesinar hombres y mujeres sí está perfectamente documentado. Abstraídos (repito que no creo que ignorantes) del dolor y muerte que causó a millones de personas reales, los cristianos más devotos se postran ante la cruz y lloran por el sufrimiento de un ser muy posiblemente ficticio. Claro, uno era el hijo de su dios: los demás eran sólo seres humanos. (**)


(*) Mencionar las Cruzadas y la Inquisición es una mera simplificación, ya que la Iglesia Católica ha llevado adelante, auspiciado o bendecido todo tipo de guerras, conquistas, genocidios y dictaduras. Las Cruzadas, específicamente, fueron sangrientas campañas militares impulsadas por la Iglesia y llevadas a cabo entre los siglos XI y XVI contra los musulmanes, eslavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdenses, prusianos y, principalmente, contra los enemigos políticos de los papas.

La Inquisición fue un conjunto de instituciones creadas cerca del siglo XII con el objetivo de combatir la herejía y la proliferación de otras sectas y religiones. Todo aquel que violara las leyes canónicas corría el riesgo de ser “investigado”, lo que habitualmente quería decir torturado. Con el correr del tiempo su actividad se expandió también a la cacería de brujas. La Inquisición perdura hoy en día (aunque ya no se dedican a torturar, al menos no físicamente), después de haber sido renombrada varias veces, bajo el nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe.

(**) Esta abstracción de lo humano en beneficio de lo divino es uno de los peores y más comunes aspectos de las religiones. El dolor propio y de los demás no importa tanto cuando uno está seguro de que después del mismo irá al Paraíso por toda la Eternidad.


sábado, 15 de junio de 2013

Nop, no era un demonio. Era una ardillita.

En la era de la información global instantánea, es cada vez más difícil que haya misterios sin resolver. Los fantasmas resultan ser reflejos, las manchas con rostros familiares se deben a la pareidolia, los monstruos eran algún bromista disfrazado, los OVNIs son globos o manchas en las lentes, y los demonios en el jardín no son más que ardillas negras sin pelaje.


A esta pobre ardilla negra sin pelo la confundieron con un "demonio de Jersey". Más información.

lunes, 10 de junio de 2013

Las falsas promesas de los falsos sanadores

Avril es una niña rosarina de 4 años que desde hace 11 meses se encuentra en estado de coma. Si bien los médicos de los varios hospitales de Rosario y Buenos Aires por los que pasó no tienen en claro cuál es la causa, el Padre Ignacio se tomó la libertad de decirles a sus padres “Quédense tranquilos, Avril va a despertar”.

Hoy los medios locales y nacionales se ocupan del debate sobre hasta dónde debe llegar la esperanza, hasta cuándo vale la pena esperar antes de tomar la terrible decisión de desconectar a un ser querido de los aparatos de soporte vital. Y es que hace mucho que Argentina se debe un debate como corresponde sobre la eutanasia y el derecho a una muerte digna.

Pero, por mi parte, este caso me lleva también a pensar en cómo cualquiera puede decir cualquier cosa si lleva puesto un cuello clerical. ¿Qué le da a Ignacio Peries el derecho de afirmar con toda confianza que esa niña va a estar bien? Porque una cosa es una palabra de apoyo, un deseo positivo por parte de familiares, amigos, conocidos o simplemente gente que le desea lo mejor a esta familia, y otra muy distinta es la afirmación concreta y tajante de parte de alguien que asegura tener un contacto directo con ese ser mitológico todopoderoso cuyos seguidores llaman Dios. Si Peries asegura que la nena se va a despertar, a los oídos de sus padres suena como a “Dios me lo dijo”, o “yo lo sé porque conozco los designios de Dios” o algo así. Dar falsas esperanzas de esa forma es, lisa y llanamente, cruel.
 
Ignacio y sus famosas "sanaciones"
Sin duda todos deseamos que Avril se recupere y su familia se olvide lo más pronto posible de toda esta odisea, pero ¿qué pasaría si tal cosa no llega a suceder? ¿En qué quedarían las palabras del sacerdote? En nada, porque cuando los que hacen profecías aciertan son “seres de luz que nos manda Dios” o cosas así, pero cuando la bola de cristal les falla nadie les reclama nada.

¿Qué periodista se arriesgaría a desafiar a los muchos miles de fans del Padre Ignacio haciéndole alguna pregunta incómoda como, por ejemplo: “si es cierto que tiene un “don” o que es un “instrumento de Dios”, porqué no se acerca a despertarla usted mismo”? Seguramente ninguno; al Padre Ignacio no se le discute ni se lo cuestiona.