jueves, 1 de agosto de 2013

El mismo homofóbico con piel de progresista

Durante su estadía en Brasil, y que fuera pagada por todos los brasileños, los medios, y especialmente los de Argentina, se ocuparon de multiplicar cada una de las palabras de Francisco I (el artista anteriormente conocido como Jorge Mario Bergoglio). Una de las frases que más repercusiones tuvo surgió en una rueda de prensa en su vati-avión, durante el viaje de regreso: “¿Quién soy yo para juzgar a los gays?”, se supone que dijo al responder a una pregunta referida al lobby gay en el Vaticano. Pero en realidad la frase fue recortada en la mayoría de las versiones gráficas. Las preguntas y respuestas completas pueden encontrarse en la página de aciprensa (para que no digan que está sacado de alguna web atea), Frankie respondió:

Francisco I
“[…] Luego usted hablaba del lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. [..]”
En primer lugar, parece como si hacer lobby fuera algo malísimo. Esto no es necesariamente así. En los países democráticos forma parte del “juego” de la política y Jorge Mario lo sabe muy bien. Dice que ningún lobby es bueno, pero en cada país en el que se encuentra representada, la Iglesia Católica prácticamente vive del lobby. El ahora Vicario de Cristo en la tierra, sin ir más lejos, hizo lobby (y mucho) contra el matrimonio homosexual. Y lo sigue haciendo hoy.

Jorge dice que él no es quién para criticar a una persona gay, pero en la frase completa vemos que aclara que esto es si -y sólo si, podemos suponer- esta persona, primero, busca al Señor y, segundo, tiene buena voluntad. ¿Significa que sí la criticará si no es católica, si es de otra fe o atea? Parecería que ser católico es requisito para que alguien pueda ser gay. Por otro lado, cuando uno dice “una persona de buena voluntad” suele referirse a alguien que es una buena persona (algo que primero habría que definir bien). Así que parece que ser buena persona es también un requisito para que Jorge te deje ser gay sin criticarte. Si hay quienes creen que los gays son malas personas, es gracias a frases como estas, proferidas por homofóbicos como este.

Traducido al castellano, sería algo así: si sos de mi misma religión y me parecés un buen tipo, podés ser gay y no te voy a criticar, aunque te voy a seguir tratando con la misma condescendencia que a alguien que padezca alguna enfermedad o algún tipo de impedimento. Y vamos ahacer lo posible para que te cures.

¿Y qué es entonces lo que dice el catecismo católico sobre los homosexuales? Que son unos desviados y que deben reprimirse sexualmente y rezar y rezar y rezar y rezar hasta que dejen de serlo. Ajá. Un psicólogo por allá, por favor. O, mejor, muchos.

No, Bergoglio no es progresista. No vino a cambiar nada, sólo a darle un poco de mejor imagen a la Iglesia, al menos a los ojos de la prensa crédula, ávida de titulares. Él, su religión y buena parte de su rebaño siguen siendo los mismos homofóbicos que hace dos mil años.

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