domingo, 29 de abril de 2012

La semilla del odio


Jorge Medina Estévez
Jorge Arturo Agustín Medina Estévez no sólo es arzobispo chileno, también es cardenal y fue, entre otros cargos, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. O sea, es uno de los hombres con más poder e influencia en la Iglesia Católica. Incluso tuvo el honor de ser el encargado de asomarse al balcón para gritar “Habemus Papam” cuando se eligió al actual pontífice.

A un mes del asesinato de Daniel Zamudio, el cardenal Medina dio una entrevista a la revista Caras, en la que habla, entre otras cosas, sobre su postura en cuanto a la convivencia, el matrimonio y la homosexualidad. Si teníamos esperanzas de que, teniendo una posición tan importante en la Iglesia, Medina usara esta oportunidad para condenar la discriminación y la violencia y hacer a la vez un pedido de paz, entendimiento y tolerancia, una rápida búsqueda en internet nos muestra que sólo eran ilusiones.

Para empezar, Medina defendió públicamente a Augusto Pinochet durante su dictadura, afirmando textualmente “La democracia no significa automáticamente que Dios quiera llevarla a la práctica”. Fiel a su moral y extremo conservadurismo, logró que se prohibiera el ingreso a Chile a la banda Iron Maiden y quiso hacer lo mismo con Madonna. Si por él fuera, en Chile sólo se escucharía música eclesiástica. En 2001 llamó a los católicos a no votar en las elecciones parlamentarias por candidatos que apoyen el divorcio, el aborto, la eutanasia y la "píldora del día después", declarando que para él es “una locura autorizar a un católico a sufragar por quien piensa lo contrario a sus creencias. Estaríamos en un mundo de esquizofrénicos”. O sea que no hay que autorizar a alguien a votar por quien quiera. Muy democrático, el hombre. Recientemente, con respecto al caso Karadima, Medina defendió al sacerdote declarado culpable de pedofilia, diciendo que “Ahora, menor es alguien que no haya cumplido 18 años. Sin embargo, y con el debido respeto a las leyes de mi país, es muy distinto un niño de 8 o 9 años años que uno de 17. Un muchacho de 17 años sabe lo que hace.” Como vemos, no se le podía pedir a este tipo que fuera muy condescendiente. Sobre los homosexuales, sus opiniones ya eran también bien conocidas.

Casi al empezar la entrevista, Medina dice que para él, el hecho de que haya parejas que no se casan es una “evolución malsana” y directamente no considera a esas uniones como legítimas. Dice que esa gente no tiene derechos como pareja y afirma que “la única convivencia legítima es la matrimonial”, dejando totalmente de lado a toda la gente no creyente. “Cristo te ama” no se aplica a ellos. No está de más recordar que no se trata sólo de quienes deciden no casarse, ya que la Iglesia Católica siempre ha estado en contra del matrimonio civil.

—¿Cree, entonces, que es un error que el Estado reconozca las situaciones de convivencia?
Absolutamente. Ni reconocimiento, ni favorecimientos, ni asignaciones, ni herencias...
—¿Aunque existan uniones de 30 o más años?
Lo que sea.

Esta es la forma en que la Iglesia ve a dos personas que se aman y deciden compartir sus vidas sin casarse por Iglesia, sin meter a Jesús en el medio. Son ciudadanos de segunda que no merecen los mismos derechos que los demás. Pero bueno, así ha sido siempre: el catolicismo y las demás religiones intentando limitar nuestros derechos y libertades y juzgando la forma en que elegimos vivir.

Daniel Zamudio (1987-2012)
A continuación, Medina afirma que el “fenómeno de la homosexualidad es complejo y sus causas no han sido aún científicamente identificadas” y dice que le parece obvio que es un desorden. Sin embargo, hace más de veinte años la OMS no considera a la homosexualidad como una enfermedad ni un desorden psicológico. El arzobispo justifica su postura diciendo que “los órganos genitales están orientados a la procreación y usarlos en forma homosexual es algo aberrante y contrario a la naturaleza”. ¿Qué opinará de la masturbación y el sexo no vaginal? Por otro lado, es interesante que hable sobre la naturaleza alguien que vive negándola. Seguramente desconoce que en el reino animal hay muchas especies que muestran comportamientos homosexuales. En relación con este y muchos otros temas realmente no entiendo por qué tanta gente escucha a estas personas que claramente no saben lo que dicen y que viven opinando de temas que están completamente fuera de su área de conocimientos.

De todas formas, dice, “hay que distinguir claramente entre ‘tendencia homosexual’, que en sí misma no es culpable, y la realización de actos homosexuales, los que sí son inmorales y absolutamente reñidos con la ética cristiana, tal como lo enseña la Biblia sin ambages. Una persona que tiene tendencia homosexual no debe ser objeto de violencia física y es acreedora de respeto y compasión. Pero el respeto no puede llegar nunca a reconocer como bueno o aceptable algo que está reñido con la moral y con la naturaleza.” Con este comentario, que ya había hecho anteriormente en una radio chilena, Medina pareciera querer decir que para él quien muestra una ‘tendencia homosexual’ no debe ser objeto de violencia física, pero el que ‘realiza actos homosexuales’ sí. Esto es a lo que me refiero cuando digo que este tipo de declaraciones son el origen de muchos casos de violencia. ¿Le costaba mucho decir que de ninguna manera avala ni justifica ningún acto de violencia y que el hecho de ser un discriminador como casi todos los miembros del clero no significa que esté incitando al bullying, las golpizas, las violaciones, los homicidios, etc.? Al no aclararlo, a uno le queda la duda…

Consultado sobre si preferiría que los homosexuales vivieran su orientación sexual en silencio, Medina dice que “la ‘genitalidad’ (pareciera que no le sale la palabra ‘sexualidad’) pertenece a un ámbito que exige delicadeza, reserva y pudor. La intimidad y la privacidad son características de profundo contenido humano y por eso no creo sano que haya expresiones públicas a favor de la homosexualidad.” Bueno, los curas heterosexuales, homosexuales y pederastas ejercen su genitalidad con delicadeza, reserva y pudor, ¿o no? Por otro lado, las manifestaciones públicas no son a favor de la homosexualidad, sino en defensa del derecho a la sexualidad sin discriminación. Para Medina, una persona con “tendencia homosexual” debe guardar reserva “por su propia dignidad”. Claramente, no coincidimos en el concepto de dignidad.

El arzobispo es uno más de los que creen que la homosexualidad es contagiosa, por lo que le parece “nociva la publicidad de la convivencia de parejas del mismo género”. “Creo que hay una falta de comprensión de lo que es la naturaleza de las cosas. Si un hombre se acuesta con un hombre, ninguno de los dos va a quedar embarazado. El sexo es para establecer una unión física abierta a la procreación.” No vaya a ser que haya menos catoliquitos en el mundo (porque lo que más les molesta a los clérigos respecto de los homosexuales, es que no pueden reproducirse y aumentar el número de fieles en el mundo). “Peor todavía -continúa Medina- si las leyes civiles le otorgan reconocimiento o protección, haciendo de lo inmoral algo aceptable e incluso otorgándole beneficios.” Las leyes civiles, las libertades y los derechos, en general, poco le importan a la Iglesia, pero parece que a Medina le importan todavía menos.

—Perdón, pero también existen matrimonios heterosexuales incapacitados de procrear.
Sí, pero siempre en ese caso existe la complementación amorosa de distinto sexo.
—¿Y esa complementación amorosa no puede darse entre personas del mismo sexo?
No. De hecho, las personas homosexuales cambian de pareja con bastante frecuencia.
—¿Más que los heterosexuales?
No tengo estadísticas. Pero las personas homosexuales llegan a extremos de violencia y de asesinatos de manera mucho más frecuente que los heterosexuales.

Medina afirma todas estas cosas sin estadísticas ni estudios de ningún tipo. No los necesita, porque sus fieles están acostumbrados a creer sin pedir evidencias. La realidad es que los homosexuales cambian de pareja cuando les da la gana, igual que los heterosexuales, y suelen ser víctimas de la violencia, más que victimarios.

—Para entenderlo bien, ¿un hombre no puede amar a un hombre?
No lo puede amar maritalmente. A mi juicio es imposible. (¿Qué es amar maritalmente? ¿Cómo es distinto de amar y punto? ¿Porqué debe importarle al mundo su opinión, que no está basada en nada?)

Afirma haber asistido espiritualmente a homosexuales, tratando de ser “acogedor y amable, pero sin disimular la verdad, como lo inculcan los documentos oficiales de la Iglesia en la materia. Es gente que sufre mucho.” Medina y los que son como él simplemente no entienden, o no les importa, que las personas homosexuales que sufren, lo hacen justamente por culpa de gente como él, que los hace sentir discriminados, culpables, sucios, enfermos, equivocados, indignos, etc. “Hay que ayudarlos a sobrellevar ese peso, que yo lo compararía, por ejemplo, con un niño que nace sin un brazo. Es una desgracia y hay que asistir a ese niño para que su limitación no le impida llevar una vida lo más común posible.” Así, al comparar a una persona por su orientación sexual con un niño que nace con una discapacidad, Medina confirma lo que hemos estado diciendo.

Por último, dice haber conocido a un sacerdote homosexual, pero que como éste no le pidió ayuda, no pudo dársela. Muy caritativo no es el arzobispo Medina.

Termino este post con las palabras de Bruno Bimbi: "Algún día, algún tribunal internacional debería juzgar al señor Ratzinger, al señor Medina y a sus cómplices como autores intelectuales de la muerte de Zamudio y de tantos otros, y obligarlos a indemnizar a sus familias. Y los buenos cristianos, los que creen que el cristianismo tiene que ver con el amor y no con el odio que enferma a esos señores, deberían sacarlos a patadas del Vaticano y colgar de las ventanas de la Basílica de San Pedro una enorme bandera que diga: “Amarás al prójimo como a ti mismo”."

miércoles, 25 de abril de 2012

Un evangelista en Yale


Jesse Morrell en la Universidad de Toronto
Jesse Morrell es un pastor evangélico de 26 años originario de Connecticut, que de chico tuvo problemas de alcohol e incluso fue arrestado un par de veces por vender drogas. Según cuenta, escuchando al pastor del centro juvenil en el que estaba detenido “nació de nuevo” y se convirtió al Cristianismo. Tenía tan solo 15 años. 

La corriente que Morrell profesa es el Perfeccionismo, que básicamente dice que el ser humano debe hacer todo lo posible para alcanzar la perfección, amando a Jesús y arrepientiéndose de sus pecados. Por estos días, Morrell se dedica a predicar en los campus universitarios, que para él son una especie de meca del pecado. En diciembre de 2009 se pasó tres días seguidos predicando en el campus de Yale, gritando que la mayoría de los estudiantes de esa universidad son moralmente depravados e irán derecho al Infierno si no se arrepienten. Algunos de ellos no sabían si hablaba en serio, si de verdad creía las cosas que decía, otros lo interrumpían y le hacían preguntas y otros le sacaban fotos. No está claro si le prohibieron la entrada al campus, pero parece que en diciembre de 2010 regresó con su cartel y su Biblia. 
Morrell predicando en la Universidad de Yale

Al igual que muchos de los fanáticos, fundamentalistas e intolerantes, Morrell afirma que no es su intención incitar al odio, sino al amor, pero sus acciones y sus mensajes dicen lo contrario. Afirma que todas las religiones excepto el Cristianismo están equivocadas, y que la gente debe “convertirse (al Cristianismo) o quemarse en los fuegos del Infierno”. Durante sus prédicas en Yale llevaba un cartel con este texto: 

                              "ARREPIÉNTANSE
   Fornicadores, Homosexuales, Mentirosos, Ladrones,
        Masturbadores, Votantes de Obama, Budistas,
                                                                             Bailarines, Hinduístas, Raperos,
                                                                         Musulmanes, Borrachos, Feministas,
                                                                    Mujeres Impúdicas, Demócratas, Liberales,
                                                                    Evolucionistas, Ateos, Fumetas, Sodomitas
                                                                                EL INFIERNO LOS ESPERA!"

¿Creerá en serio que en ese mensaje no hay una clara incitación al odio? ¿De verdad no se dará cuenta de que odia, discrimina y amenaza con el cuento del Infierno a todo el que piensa, siente, ama, vive, o incluso vota, de forma distinta a la que él cree correcta?
 
Dos estudiantes que no temen a sus asdvertencias
El Reverendo Andrew Cunningham, director de la International Christian Fellowship, dijo que no lo conoce ni sabe cuáles son sus motivaciones, pero sí cuestionó su autoridad para juzgar a otros y enfatizó que la Cristiandad insiste en que Dios es el único juez de las acciones de las personas. Parece que Morrell (al igual que millones de creyentes en todo el mundo, que son los primeros en juzgar a los demás) faltó a esa clase de catecismo. Además, Cunningham afirmó que, si bien uno puede encontrar dogmatismo en los fieles de cualquier religión, para él “la tolerancia es el principio básico del Cristianismo.” En este caso, parece ser el Reverendo el que no mira mucho la televisión, ni lee las noticias, ni sabe nada de historia.

martes, 24 de abril de 2012

Algunas reflexiones sobre el Cielo y el Infierno


La "fe verdadera": una ficción
En dos entradas anteriores hice un primer, muy breve -y seguramente incompleto- resumen de lo que varias religiones del mundo interpretan como Cielo e Infierno. A primera vista, no parecería que el tema de la existencia o no de ambos mereciera demasiado análisis, dado que, como vimos, en la mayoría de los casos se trata de creencias basadas en antiguas mitologías, que se han ido transmitiendo a través de las generaciones e incluso han sido asimiladas de una religión a otra luego de sucesivas guerras y conquistas. Provienen de épocas en las que los hombres simplemente necesitaban creer en algo, y atribuían todo lo que no podían explicar, que era mucho, a una variedad de deidades y otros seres mitológicos que inventaban (otros sistemas de creencias más actuales se basan tan sólo en charlatanerías). En resumen, no parece haber demasiada evidencia o motivo para pensar que sean reales. Sin embargo, muchísima gente cree en ellos.

Cielo

Sin dudas, la idea de ir a un lugar tan hermoso después de morir parece reconfortante. En realidad, ni siquiera haría falta que fuera tan perfecto para seguir siendo algo deseable,  ya que implicaría, básicamente, no morir. Pero desear algo no es lo mismo que creerlo, y creerlo no lo hace realidad. Podemos tener esperanzas, o fe, de la misma manera que esperamos ganar la lotería. Pero darlo por seguro sin tener evidencia alguna me parece, como decía antes, equivalente a creer en Los Pitufos o Papá Noel, por citar cualquier ejemplo.

Por puro gusto, podemos cuestionarnos si tiene alguna lógica la existencia del Paraíso. ¿Cuál sería el motivo de su existencia? ¿Cuál sería la finalidad de crear a los humanos y darles la posibilidad de ir al Cielo o al Infierno y sentarse a ver cual se llena más rápido?

Por otro lado, si en el Cielo no hay nada que hacer, excepto ser feliz, ¿porqué persiste el miedo a morir? ¿Por qué se ven médiums y espiritistas insistiendo en que hay un alma en pena tratando de volver a la vida o que quiere comunicarse para decirnos o advertirnos algo? ¿Porqué algún espíritu, fantasma o alma querría prevenirnos de alguna desgracia si, en todo caso, después iríamos al Cielo a pasarla bien y dejar atrás todo lo que hayamos sufrido en vida? Básicamente, ¿cuál sería el gran problema de morir? Suframos lo que suframos, si somos buenos acabaremos en el Cielo, ¿no?

Si adherimos a las creencias que no creen en la reencarnación, si no en una continua generación de nuevos seres vivos que después irán al Cielo, éste ya debería estar bastante atestado con todas las almas de todas las personas que han vivido desde el origen de la humanidad. Ya que estamos, ¿los “Neandertales”, “Cromañones” y Homoerectus también están al el Cielo? ¿Y los animales, plantas, hongos, bacterias, virus, etc.? Supongo que la respuesta a la primer pregunta será que el Paraíso es infinito y, para la segunda, debe ser que sólo los seres que tienen “alma” van al cielo (seguramente, cada religión tendrá un concepto distinto y arbitrario sobre qué es el alma y qué organismos la tienen y, por lo tanto, merecen la vida eterna).

Si, por el contrario, creemos en las reencarnaciones, podemos preguntarnos de dónde salen las nuevas almas que nacen todos los días. Es de suponer que el aumento de la población mundial a lo largo de la historia debe ser explicado en este tipo de creencias por medio de algún lugar imaginario donde se generan nuevas almas, por ejemplo. En ese caso, ¿quién o qué lo creó?, ¿quándo?, ¿quién o qué lo creó a él? Y así podríamos seguir…

Ministro evangélico
Otra pregunta interesante es si irían al Cielo quienes no han tenido oportunidad de recibir los conocimientos (las instrucciones) necesarios para saber qué es lo que cada una de las distintas religiones considera que son pecados. Llegan ante las puertas del Cielo y las encuentran cerradas por haber hecho tal o cual cosa que no sabían que fuera un pecado. Esas personas, ¿tuvieron realmente opción de no pecar? Aquí también podemos incluir a los hombres prehistóricos: ¿algún dios o mensajero divino les comunicó las reglas que debían seguir, cómo debían comportarse, en qué debían creer?

También se suele escuchar que quienes sufren en vida (por ejemplo, las millones de personas que nacen en regiones del mundo asoladas por sequías, hambrunas o guerras en las que ellos no son más que víctimas), irán luego al Cielo. Personalmente, el intento de explicación de que lo que están sufriendo ha sido causado (o no evitado) por tal o cual supuesto dios todopoderoso que simplemente mira desde arriba sin intervenir, como una especie de Gran Hermano Celestial que nos pone a prueba o algo así, me parece una falta de respeto. No creo  que sea ningún consuelo decirles que cuando al fin mueran quizás vayan al Cielo (esto, claro, si creen en él, porque si no, ni siquiera los dejarían entrar).

Infierno

¿Cuánta gente cree realmente que el Infierno (o sus equivalentes) es un lugar real? Los creyentes más devotos, seguro que sí, pero por algún motivo, creer en el Infierno parece no ser tan común como creer en el Cielo, incluso entre quienes profesan alguna fe en la que ambos están presentes. Otra observación interesante es que pocos creyentes parecen pensar que corren algún riesgo de ir al Infierno, mientras que muchos se apuran a señalar a otros que sí podrían tener ese destino.

Ahora, quienes sí creen en él, ¿cómo es que no salen desesperados a hacer lo imposible para evitar que sus familiares, amigos, conocidos y cualquier otra persona, tengan un destino tan indescriptiblemente horrible? Es decir, si todo el que comete algún pecado y no se arrepiente (incluidos quienes cometen el pecado más terrible: no creer), está destinado a una eternidad de dolor infinito, ¿cómo no vemos a todos los creyentes tratando de impedirlo? Por otro lado, hay quienes se alegrarían de que determinadas personas vayan al Infierno. ¿Cómo puede alguien pensar, con convicción: “Y bueno, ese seguro que va a ir al Infierno, se lo merece.” y quedarse tranquilo o incluso feliz? ¿Puede alguien desearle a otro algo así y considerarse a sí mismo una persona de bien? ¿Ese es el mensaje de la gente que supuestamente tiene ganado el Cielo? Podemos compararlo con esta situación: en la calle se está librando una guerra, con disparos, cañonazos y gente muriendo de a miles. Adentro, las personas temen salir porque sería una muerte segura. Sin embargo, alguien quiere irse de la casa y salir a la calle. ¿No deberíamos impedírselo de cualquier manera, convencerlo de que sería una locura? La diferencia es que nadie en su sano juicio (salvo los religiosos más fanáticos y los miembros de algunas sectas evangélicas, y dudo de su sano juicio), saldría a la calle a advertir a las personas que deben arrepentirse de sus muchos pecados o irán al Infierno. Todos se le reirían. Porque nadie (excepto los fanáticos), realmente, cree en el Infierno como algo real.
El Círculo Religioso

Como vimos, varias religiones consideran el peor de los pecados el hecho de no tener fe, o profesar otra religión. Pues bien, volvemos a la pregunta sobre el momento y lugar en que nacemos: ¿qué culpa tienen quienes simplemente nacieron dentro de un pueblo que cree en otra cosa? Obviamente, ninguna. Hay muchas religiones en el mundo, y uno obviamente no puede elegir el lugar donde nace. Esto, junto con la fe de quienes nos rodean y educan, determina en qué creeremos, de la misma forma que fue para nuestros padres y los suyos. Sin embargo, para los fanáticos, quien simplemente nació en otro lugar y adquirió las creencias locales, merece el Infierno.  

Como es evidente, nada de esto es demostrable. Simplemente, hay que creer en lo que nos dicen otros mortales: vecinos en charlas de ascensor, taxistas verborrágicos, docentes de materias religiosas, clérigos dando sus sermones o pastores de televisión de domingo al mediodía. Pero entonces, ¿cómo obtuvieron ellos toda esa información? Ah, sí: los profetas, videntes e iluminados de todos los tiempos sí tuvieron el honor de ser elegidos para recibir la Verdad Revelada de parte de mensajeros divinos o de su dios en persona. Nosotros, mientras tanto, se supone que debemos creerles ciegamente, sin protestar ni cuestionar.

Hoy en día, el Cielo y el Infierno son sólo un sistema de recompensa y castigo ficticios al que apelan casi todas las religiones; la forma de masificar el dominio sobre los pueblos a través del culto, apelando a los miedos más básicos de la especie humana: el miedo a la muerte y al sufrimiento.

domingo, 22 de abril de 2012

La razón bajo ataque en India

El título de esta nota es la traducción en castellano del que usó James Randi para su columna de opinión al hablar sobre el caso que les voy a contar.

Estatua "transpirando"
Samal Edamaruku es el fundador y presidente de Rationalist International, presidente de la Indian Rationalist Association, editor de la publicación digital Rationalist international y autor de 25 libros y numerosos artículos. Recientemente fue invitado a Bombay a investigar un supuesto milagro: un crucifijo que durante algunos días tenía unas gotitas de agua pendiendo de los pies de Jesús. Obviamente, esto hizo que cientos de personas peregrinaran a verlo y el pueblito de Irla, donde se encuentra la estatua, se preparaba para ser un nuevo centro de turismo religioso. Representantes de la Iglesia Católica ya se habían encargado de difundir este "milagro" y distribuir fotografías que lo certificaban como tal.

Samal Edamaruku
El problema fue que Samal no tardó más que unos minutos en darse cuenta de la explicación, que no tenía nada de milagrosa. Esta revelación y la ctrítica a la Iglesia Católica por aseverar lo contrario causó al menos incomodidad en sus autoridades. En realidad causó cólera. Los clérigos naturalmente exigieron que Sanal se disculpara, cosa que por supuesto no hizo, así que vino el debate, que puede verse (un resumen) en YouTube. El asunto incluso mereció una llamada del Obispo Auxiliar de Bombai, quien aseguró que la Iglesia es muy cauta a la hora de hablar de milagros y siempre busca primero las explicaciones científicas. O sea...

Lo peor es que, al no poder ganar el debate y lograr que Samal se disculpara, recurrieron a amenazas, juraron acosarlo, perseguirlo y demandarlo por blasfemias. Tres peticiones de arresto fueron emitidas. Por mostrar que una estatua de Jesús no transpiraba ni lloraba, sino que había un caño roto en un baño vecino, y esa agua era la que bajaba por el cuerpo de la estatua de Jesús hasta sus pies.

Ondas y radiaciones: ¿qué onda?


Las ondas 

Ondas uperficiales (R. McLassus)
En Física, se llama onda a la forma en que “viaja” una perturbación desde su punto de origen. Si sujetamos una soga desde sus dos puntas y movemos con fuerza una de ellas, veremos cómo se genera una onda que viaja desde ese extremo hacia el opuesto. Esa es una onda unidimensional. Si dejamos caer una piedra sobre una superficie de agua, podremos ver cómo la perturbación se transmite horizontalmente en forma de olas circulares hacia todas direcciones a partir del punto donde cayó la piedra. Esa es una onda bidimensional. Las ondas tridimensionales son las que se propagan en todas direcciones, como un globo que crece, y un buen ejemplo es el sonido.

Las ondas también pueden ser clasificadas como mecánicas, si se propagan a través de un medio, que puede ser sólido (el movimiento de la soga), líquido (las olas en el agua) o gaseoso (el sonido a través del aire), o electromagnéticas, si no necesitan de ningún medio para transportarse (luz). También existen las gravitacionales, pero las dejaremos para otro momento, y nos concentraremos en el segundo tipo.

Las ondas pueden describirse según: a) su longitud, que es la distancia entre dos puntos equivalentes, como pueden ser dos crestas, b) su frecuencia, que es cuántos ciclos se dan por unidad de tiempo. Obviamente, a mayor longitud de onda, menor frecuencia y viceversa. Estas radiaciones tienen distintas propiedades y distintas interacciones con los materiales, según la longitud y frecuencia de la onda que las transporta.
Relación inversa entre frecuencia y longitud de onda
Las radiaciones

El término radiación se usa para describir dos fenómenos muy distintos, que lo único que tienen en común es que ambos son formas de propagación de energía:

  1. la transmisión de energía atómica por medio de partículas subatómicas (radiactividad)
  2. la transmisión de energía electromagnética, en forma de ondas electromagnéticas

Vamos a referirnos solamente al segundo tipo: las radiaciones electromagnéticas.

El espectro electromagnético es todo el rango de frecuencias y longitudes de onda que puede tener la radiación electromagnética. Éstas van desde muy bajas frecuencias (y largas longitudes de onda) en el caso de las ondas de radio, hasta las muy altas frecuencias (y muy cortas longitudes de onda) de los rayos gamma. A pesar de estas diferencias, todas las radiaciones electromagnéticas viajan a la misma velocidad: la velocidad de la luz.

Estos son los principales tipos de radiaciones electromagnéticas y algunas de sus características:

  • Ondas de radio: producen oscilaciones rápidas en los electrones de los metales (por ejemplo, en una antena). Las producen de forma natural los rayos eléctricos y los objetos astronómicos. Se las genera de forma artificial para innumerables aplicaciones en comunicaciones, televisión, sistemas de navegación, redes informáticas, etc.
  • Microondas: también son ondas de radio, pero de longitudes más cortas. Producen oscilaciones similares a las de radio en los electrones de los metales y además causan rotaciones moleculares (calentamiento). Antes de las fibras ópticas se las usaba para llamadas de larga distancia, pero hoy se usan, por ejemplo, en las tecnologías Bluetooth y GSM, así como en los radares.
  • Infrarroja: causa vibraciones moleculares y oscilaciones de electrones de los metales. Corresponde a las radiaciones térmicas emitidas por los objetos que se encuentran a temperatura ambiente. Microscópicamente, es emitida o absorbida por las moléculas cuando éstas cambian sus movimientos de rotación y vibración. Sus aplicaciones científicas e industriales van desde la visión nocturna hasta la observación de objetos astronómicos.
  • Luz visible: produce oscilaciones de electrones de los metales y excitación en los electrones moleculares, incluyendo las moléculas de pigmentos en la retina humana. Es la radiación electromagnética que es visible para el ojo humano.
  • Ultravioleta: causa una excitación en los electrones de valencia de átomos y moléculas, e incluso provoca desprendimiento de electrones (efecto fotoeléctrico). Son invisibles para el ojo humano (aunque pueden ser vistas indirectamente usando materiales fluorescentes) pero no para ciertos insectos y aves. Esta radiación es emitida por el Sol (aunque más del 97% es bloqueada por la capa de ozono), los arcos eléctricos y las luces negras. Sus usos son múltiples, en la investigación científica, la esterilización de materiales o alimentos, la purificación del aire, etc.
  • Rayos X: excitación y liberación de electrones de los átomos (ver efecto Compton) en los elementos livianos. Pueden atravesar casi todos los materiales, por lo que su uso más habitual es la toma de imágenes del interior de los objetos, ya sea en el diagnóstico por imágenes, en la seguridad de los aeropuertos, o en la cristalografía.
  • Rayos Gamma: provocan eyección energética de electrones en elementos pesados (efecto Compton) en todos los elementos, excitación de núcleos atómicos, e incluso disociación de núcleos. Esta radiación es producida por elementos radiactivos, o por la destrucción de un par positrón-electrón, o por fenómenos astrofísicos violentos. También la producen los rayos eléctricos y la interacción de la atmósfera con los rayos cósmicos. Se los usa, por ejemplo, para esterilizar materiales, tratar algunos tipos de cáncer y en diagnósticos por imágenes.

Como vemos, los primeros tipos de radiaciones provocan movimientos o perturbaciones en los electrones de los metales, mientras que los últimos tipos, los más energéticos, llegan a desprender electrones de átomos y moléculas de cualquier sustancia. En base a esta propiedad, podemos clasificar a las radiaciones electromagnéticas en ionizantes, que son las que tienen energía suficiente para arrancar electrones de los átomos, dejándolos ionizados, y no ionizantes, que serían, al menos en este aspecto, biológicamente inocuas. La línea divisoria se encuentra en la primera mitad (la de menor energía) de los rayos ultravioletas, por lo que las ondas de radio, microondas, infrarroja, visible y parte de la ultravioleta no son ionizantes, mientras que los rayos Gamma, X y la parte de más alta energía de los ultravioletas, sí.
Radiaciones ionizantes y no ionizantes

En un próximo post hablaremos un poco más en detalle sobre las dudas que existen respecto de los posibles efectos nocivos de los celulares y las antenas de telecomunicaciones.