En estos días me enteraba, lamentablemente sin asombro, del intento de asesinato de Malala Yousafzai, una niña pakistaní de solo 14 años. El motivo: el odio religioso. Resulta que desde su blog y su página de Facebook, Malala aboga por la paz en su país y critica al régimen Talibán, un movimiento islámico extremista que busca instituir la ley islámica, o Sharia,
en todo el mundo musulmán. Los abusos de los derechos humanos por parte de este grupo incluyen terrorismo, masacres, tráfico de personas y un odio patológico hacia las mujeres. El trabajo de Malala exigiendo que la educación pakistaní incluya a las niñas y adolescentes le valió premios e incluso una escuela fue nombrada en su honor.
Malala Yousafzai |
Extracto de una de las entradas de su blog, que fue publicado por la BBC:
Lunes 5 de enero: No uses vestidos de colores
Me estaba vistiendo para ir a la escuela y me iba a poner el uniforme pero me acordé de que la directora nos había dicho que no usáramos el uniforme sino nuestra ropa habitual. Así que me puse mi vestido rosa favorito. (…) Más tarde, en la escuela, nos dijeron que no usáramos ropa de colores porque el Talibán no estaría de acuerdo.
Para los talibanes, todo esto fue suficiente para que decidieran mandar un asesino a dispararle en la cabeza cuando se encontraba en un transporte escolar, hiriendo además a otras niñas. El vocero del régimen se adjudicó el atentado, diciendo que Yousafzai es "un símbolo que representa a los infieles y la obscenidad." Los talibanes son
Actualización:
Si bien dejé de escribir en este blog, no pude evitar incluir la noticia de que Malala Yousafzai acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz. ¡Una muy buena noticia!
Ante este tipo de noticias, no puedo menos que reafirmar mi opinión de que las religiones no tienen nada de bueno. Sólo contribuyen a la ignorancia, los prejuicios, la discriminación y aportan bases para el odio, la división y la xenofobia. Una prueba de esto es que las atrocidades cometidas en su nombre son mayores cuando quienes las cometen más se ciñen a lo que éstas dicen, interpretando sus escritos "sagrados" más al pie de la letra (de ahí viene la expresión fundamentalismo religioso). Como los talibanes. Quienes opinan que sientan bases para la buena convivencia o la moral, les cuento: estamos en en Siglo XXI. No hace falta creer en mitos para portarse bien. Tampoco debería hacer falta la amenaza de un castigo divino para hacerlo.
Así como hay fundamentalistas, gente que desprecia a las mujeres, discrimina a los homosexuales, odia a los que no pertenecen a su credo, asesina a ateos y herejes -sin importar si se trata de niñas de 14 años- o pone bombas en clínicas de salud en las que se realizan abortos, hay otros -los llamados moderados- que, habiendo leído el mismo libro, no lo toman al pie de la letra, son tolerantes, aman la diversidad, respetan al prójimo y debaten sin violencia sobre estos y muchos otros temas. Son las personas las que deciden, en base a sus conceptos de ética, moralidad y justicia, qué partes de sus religiones tomar y qué partes no, qué preceptos seguir y cuáles no. ¿Qué hace la diferencia? La educación, los valores que nos enseñan en casa y en la escuela, donde aprendemos qué está bien y qué está mal, más allá de lo que diga la religión. Si fuera por las escrituras, deberíamos salir a asesinar a mucha gente, pero no lo hacemos porque sabemos que eso estaría mal. Esto no significa que defienda a los moderados, que generalmente no critican las atrocidades cometidas por los extremistas y a veces incluso las justifican.
Así que, si los libros sagrados pueden ser reinterpretados de mil formas, si cada creyente toma lo que le parece bien y descarta lo que le parece mal, si admitimos que determinadas partes son metáforas, mitos y leyendas, exageraciones, o directamente puros inventos y que hay partes que van directamente en contra de todo lo que consideramos ético, moral, civilizado, si además vemos que el hecho de que una persona profese una religión y no otra es meramente una cuestión de geografía y azar, entonces, ¿qué tienen de sagrado esos libros? ¿Porqué creer en ellos? ¿Porqué vivir -o matar- por ellos?
Así como hay fundamentalistas, gente que desprecia a las mujeres, discrimina a los homosexuales, odia a los que no pertenecen a su credo, asesina a ateos y herejes -sin importar si se trata de niñas de 14 años- o pone bombas en clínicas de salud en las que se realizan abortos, hay otros -los llamados moderados- que, habiendo leído el mismo libro, no lo toman al pie de la letra, son tolerantes, aman la diversidad, respetan al prójimo y debaten sin violencia sobre estos y muchos otros temas. Son las personas las que deciden, en base a sus conceptos de ética, moralidad y justicia, qué partes de sus religiones tomar y qué partes no, qué preceptos seguir y cuáles no. ¿Qué hace la diferencia? La educación, los valores que nos enseñan en casa y en la escuela, donde aprendemos qué está bien y qué está mal, más allá de lo que diga la religión. Si fuera por las escrituras, deberíamos salir a asesinar a mucha gente, pero no lo hacemos porque sabemos que eso estaría mal. Esto no significa que defienda a los moderados, que generalmente no critican las atrocidades cometidas por los extremistas y a veces incluso las justifican.
Así que, si los libros sagrados pueden ser reinterpretados de mil formas, si cada creyente toma lo que le parece bien y descarta lo que le parece mal, si admitimos que determinadas partes son metáforas, mitos y leyendas, exageraciones, o directamente puros inventos y que hay partes que van directamente en contra de todo lo que consideramos ético, moral, civilizado, si además vemos que el hecho de que una persona profese una religión y no otra es meramente una cuestión de geografía y azar, entonces, ¿qué tienen de sagrado esos libros? ¿Porqué creer en ellos? ¿Porqué vivir -o matar- por ellos?
Actualización:
Si bien dejé de escribir en este blog, no pude evitar incluir la noticia de que Malala Yousafzai acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz. ¡Una muy buena noticia!
De acuerdo contigo.
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